jueves, 21 de enero de 2016

Mesón la Mina (Pola de Laviana)

El mesón La Mina se encuentra en Pola de Laviana. El restaurante es acogedor y la decoración tiene como temática, como no, la minería. La entrada y la ventana simula una bocamina, tiene cuadros de Manolo Medina y el comedor principal esta iluminado con una lámpara minera.

Este mesón tiene una gastronomía típica asturiana, donde su especialidad son los callos y el cabrito con castañas. En cuanto a postres, los frixuelos y el arroz con leche aunque tienen en general postres muy buenos. 

Sin duda, si pasas por allí a tomar unos vinos, el pincho de tortilla es buenísimo.


El local esta limpio y el trato al cliente es muy bueno. Los camareros te aconsejan  muy bien y tardan poco en servirte la comida. Además siempre por los días del descenso folclórico, el día de la mujer, Santa Bárbara, etc suelen sacar menús especiales.
En cuanto a la relación calidad- precio está bien. Por ejemplo, el menú de fin de semana que consta de entrante, primero, segundo, postre casero, vino o sidra y café son 18 euros. Suelen subir los menús del fin de semana al Facebook.


La Mina se encuentra en la Avenida Libertad nº 15 en Pola de Laviana, Laviana. 

Punto Caramelo de Soledad Sebastiá (Gijón)

Para los que somos "llambiones" (golosos), este lugar es una perdición.  Es una pastelería que lleva abierta unos dos años y cada vez se hacen más insuperables. Soledad es un encanto de mujer y toda la
repostería que tienen es artesanal. Ella es argentina y tiene los mejores alfajores de dulce de leche de toda Asturias. Tengo tantas cosas favoritas que no sé ni por donde empezar. Aunque, sin duda, la tartaleta de frutos rojos y el vasito de tres chocolates son mis favoritos.
Además algo que me encanta, es que el café que tienen es delicioso pero el chocolate,...el chocolate es inigualable. Te lo sirven a la manera tradicional: un vaso de leche caliente y una gran onza de chocolate para que tu la metas en la taza y vayas revolviéndolo mientras se deshace poco a poco.
En cuanto al local, siempre esta límpísimo y el ambiente que hay es muy tranquilo. Al principio era un lugar chiquitín pero ahora lo han ampliado y tiene dos zonas muy luminosas.
La relación calidad/precio me parece adecuada. Por ejemplo una empanadilla de estilo argentino es 1.80 euros. Algo que me gusta es que en el escaparate tienen puestos los precios, así que no os llevaréis ninguna sorpresa.

El local se encuentra en la Calle Caridad, nº 9 de Gijón.  También tienen un Facebook donde podéis ver fotos de la repostería que tienen.
¡Esperamos veros pronto por allí!

viernes, 8 de enero de 2016

El Pozu Fortuna, símbolo de la represión asturiana.

El pozo Fortuna se encuentra emplazado en el Valle de Turón, muy próximo a San Andrés. Perteneció en sus comienzos a Andrés Aza, heredándolo su hijo Bernardo al fallecimiento de aquel. Sobre los años 20 pasó a ser propiedad de Hulleras de Turón.

El pozo constaba de varios niveles o pisos, hacia los altos de San Justo, enlazados entre si mediante planos y ferrocarril. En el nivel inferior estuvo la bocamina Artosu, y frente a ella, el pozo plano que se constituirá desde 1934 en el tercer acceso del pozo Santa Bárbara, en La Rabaldana, iniciado en 1913, y que se cerraría en 1996, siendo ya propiedad de HUNOSA. De 1966 es el curioso polvorín instalado junto a la bocamina del pozo plano de Fortuna. En 1927, Hulleras de Turón decidió abrir un pozo vertical próximo al pozo plano, comenzándose las obras años más tarde. A partir de octubre de 1937, fecha coincidente con la entrada de las tropas franquista en Oviedo, y cuando se llevaban perforados unos treinta metros, empezó a utilizarse como fosa común, arrojándose a ella cientos de cadáveres ejecutados por los vencedores.

(C)JFCamina
Al finalizar la Guerra Civil, hacia 1940, la caña del pozo, de 4 metros de diámetro, fue cubierta de escombros y sellada. Hasta el año 2003 no pudo localizarse el emplazamiento exacto de la caña dicho pozo, año en el que una historiadora mierense localizó en el Archivo Histórico de Oviedo un viejo plano de la empresa que permitió su ubicación exacta.

Otras informaciones también hablan de posibles enterramientos colectivos bajo el patio del Colegio La Salle, en el Llanu la Tabla o en los montes de Urbiés. También se alude a enterramientos en Peña Rega, al sur del Picu Siana, y en la Güeria de San Juan. En Lena, hay datos sobre fosas en la subida a Pajares. En una de ellas se habla de siete asesinados. También hay reclamados de una fosa en La Ceposa, en las cercanía de Sotiello. Sin embargo, en el valle del Caudal también hay abundantes túmulos con uno o dos asesinados, cuya localización no aparece descrita.

Otra de las zonas más castigadas por la represión fue el concejo de Aller. En la fosa de Felechosa hay varias personas reclamadas, entre ellas una niña de 15 años que, según se cuenta, reconoció a su padrino entre los asesinos; allí puede haber entre 25 y 35 víctimas. En El Puente de las Muñecas hay varias reclamaciones, pero las estimaciones sobre el número de enterrados son contradictorias ya que unos hablan de unas 15 víctimas y otros de más de 30. En la carretera de subida a San Isidro se estima la existencia de numerosas fosas de pocas víctimas. En el resto del concejo de Aller existen reclamaciones de personas enterradas en la Colladona, Cabañaquinta, Moreda o Caborana. También hay informaciones de otras en El Pino, El Rasón o la estación de Collanzo. «La cifra final de desaparecidos del concejo no se conoce, pero podrían estar entre los 300 y los 400», apostilla Álvarez. El Pozu Fortuna se puede visitar y tiene un aula de interpretación. Encontraréis más información sobre sus visitas en www.territoriomuseo.com

Os dejo un texto de Ernesto Burgos que profundiza más en la historia de este pozo.

"Noviembre de 1938, El pequeño Florentino González baja solo por el camino que une San Justo con Villandio, donde vive con su familia. El hambre que dejó la guerra le obliga a subir frecuentemente hasta el pueblo más alto del concejo de Mieres para recoger unas botellas de leche que le guardan allí sus tías. Nunca sale de allí a una hora tan avanzada, pero esta tarde la niebla ha tardado en despejar los montes y les ha costado encontrar las vacas, que son el principal sustento de todos.

Florentino baja sintiendo entre los castaños el aire que ahora le acompaña en su vuelta a casa, ya está casi abajo y puede ver la explanada donde se abre el Pozu Rincón, un enorme agujero de treinta metros de profundidad y un diámetro de cuatro en el que se estaba trabajando para abrir una explotación minera cuando el alzamiento de los militares contra la República paralizó el país.

Ahora oye con claridad el sonido de un motor y atendiendo el consejo de su padre se esconde rápidamente. Serán las dos de la madrugada cuando distingue las luces de una camioneta que sube por la carretera desde Turón. Él está oculto tras el depósito de agua que domina el paraje y tiene la desgracia de contemplar una escena que aún recuerda con claridad a sus 86 años: Es un vehículo como los que utilizan los guardias de asalto, con toldo verde, y ve descender de su caja a un grupo de hombres y mujeres; poco después, por el sentido contrario de la carretera, desde Urbiés, bajan otros dos camiones que aparcan en el lugar para dejar también su propia carga humana.

Luego llega el horror. El niño contempla paralizado como uno tras otro y sin que medien disparos aquellos infelices son arrojados vivos al pozo; ni sus gritos de súplica ni su llanto hacen mella en los asesinos, vestidos de paisano, que no respetan edades e incluso se jactan de su acción cuando una mujer embarazada les hace saber su condición pidiendo clemencia.

Cuando Florentino llega a casa, el miedo le gana la partida y se impone el silencio. Lo mismo que sucede con los testigos de otras noches similares y con aquellos que cuando vuelve la luz de la mañana evitan pasar por el lugar para no oír los estremecedores lamentos a veces lanzan algunos moribundos desde su agonía en las profundidades. El infierno no puede ser peor que eso.

El proyecto de profundización del pozu Rincón se inició en junio de 1930 con una petición por parte de la Sociedad Hulleras de Turón al Ayuntamiento de Mieres solicitando permiso para desviar la carretera que busca la salida del valle por el paso de Urbiés. La propuesta que se presentó consistía en desviar unos 60 metros de carretera para despejar el terreno firme necesario para asentar las máquinas, permitir la maniobra de vagones y empezar el brocal del pozo en una propiedad que pertenecía en parte a la propia empresa y el resto de la viuda de Inocencio Fernández, que había cambiado su apellido por el de Figaredo en 1925.

Con la guerra civil se interrumpió la operación de calado y el lugar fue elegido a partir de 1937 para hacer desaparecer a un número indeterminado de opositores a la política de los vencedores, que puede llegar a los 300, ya que consta que fue utilizado en varias ocasiones con este fin hasta pasado el inicio de la década de los 40, cuando se supo que había aparecido el cadáver de una mujer flotando en el agua que en aquel momento anegaba el pozo. El cuerpo no se había llegado a hundir porque la habían arrojado allí con un tronco atado en la parte posterior de las rodillas, seguramente a consecuencia de alguna tortura y fue enterrado apresuradamente a pocos metros de donde fue encontrado.

Se ha escrito que cuando acabaron las matanzas la empresa Hulleras de Turón selló el pozo y cerró la explotación y que una vez recuperada la actividad extractiva en el valle, no pensó nunca más en su apertura, pero no es así. El investigador José Luis Soto ha localizado los planos de un nuevo proyecto de profundización fechado el 4 de febrero de 1966. El documento presenta el plan diseñado por una empresa alemana para una jaula de dos pisos con dos compartimentos capaces de soportar el peso de 4 vagonetas y 44 personas, pero lo más llamativo es que estaba pensada para una explotación con nada menos que 15 plantas y 790 metros de profundidad. Lógicamente nunca llegó a ponerse en marcha, seguramente para evitar que el inevitable encuentro con los restos trajese de nuevo el recuerdo de aquellas matanzas.

Luego llegaron décadas de miedo, silencio y olvido, hasta el punto de que la mayor parte de quienes siguieron trabajando en las instalaciones de Fortuna, abiertas a pocos metros de la ubicación del pozo de la infamia, conocían su historia pero eran incapaces de reconocer el lugar exacto en el que se encontraba.

En el año 2003, Alfredo Valles "Audaz", se empeñó en sacar a la luz el lugar exacto en el que se ubicaba la caña del pozo Rincón con el objeto de honrar la memoria de los asesinados y de convertir la fosa en una tumba digna donde se pudiese recordar su tragedia. La búsqueda arrancó en la primavera con el empleo de un moderno georradar que no logró cumplir su objetivo, pero en mayo aparecieron los restos humanos de aquella mujer que había sido sepultada al lado del pozo y que siempre se identificó con una vecina de Urbiés y el juzgado de Mieres ordenó paralizar la investigación hasta que se determinase con claridad su antigüedad.

Cuando los forenses aseguraron que se trataba de un enterramiento que superaba los cincuenta años, se reanudaron las prospecciones, pero esta vez Alfredo Valles, aprovechando que en la plaza del pozu Fortuna se encontraba una máquina de obras del Principado de Asturias a la espera de iniciar unos trabajos de adecuación de la zona, solicitó al responsable de los trabajos la autorización del Gobierno regional para realizar unas catas en el terreno a modo de sondeo para localizar la falla en el terreno.
De nuevo llegó la desilusión, porque después de abrir en más de una veintena de puntos, no se llegó a ningún resultado. Más tarde se supo que una de las razones era que mientras la pala llegaba a profundizar 1,50 metros el arquillado del pozo se encontraba a 1,70 metros, aunque la explicación definitiva de aquel misterio demostró que había otro motivo para que el pozo no apareciese.
Fue de nuevo "Audaz" quien tuvo la idea de buscar en la documentación lo que se negaba a dar la tierra y para ello le pidió a la historiadora mierense Nuria Vila que intentase localizar los planos originales del lugar. Esta vez sí hubo suerte y Nuria pudo encontrar en el Archivo Histórico de Asturias un mapa de Hulleras de Turón fechado en 1927, formando parte de un expediente para un proyecto que consistía en levantar dos tolvas en la plaza del pozo. La sorpresa llegó cuando se pudo comprobar que durante el franquismo la carretera se había desviado intencionadamente de su trazado original para que pasase por encima de la caña.

Un plan de ocultación perfecto que se vino abajo cuando en diciembre de aquel año la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, con la ayuda de los trabajadores del Ayuntamiento de Mieres por fin pudo sacar a la luz el reborde del pozo.

Desde aquel momento empezaron a depositarse ramos de flores sobre el fatídico hueco al tiempo que se sopesaba la posibilidad de exhumar los cadáveres, pero después de un examen directo, dada la cantidad de restos y su pésimo estado de conservación que iba a imposibilitar su identificación y contemplando también las diferentes opiniones de las pocas familias que tenían la seguridad tener allí algún muerto, se optó por convertir al propio pozo en un panteón colectivo que sirviese de recuerdo común a todos los que fueron asesinados allí.

El 14 de abril de 2006 la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ya pudo convocar su primer acto público en la explanada del Fortuna y finalmente en octubre de aquel año quedó inaugurada la Senda Verde de Turón, financiada por la Viceconsejería de Medio Ambiente del Principado, cuya apertura había sido decisiva para impulsar la localización. Hoy el pozo está dignificado con un monolito que lo señala, promovido por el Ayuntamiento de Mieres y realizado por el artista turonés Varela, junto a él pueden verse una serie de paneles informativos sobre su historia y cuenta con un centro de interpretación abierto en lo que fue la antigua carpintería de la explotación minera.

También en su nombre se da anualmente un premio cuyo renombre traspasa nuestras fronteras, que distingue a aquellas personas o colectivos destacados en la lucha por la paz, la concordia y la defensa de la justicia. El día de la entrega se reúnen allí los familiares de los asesinados y muchos ciudadanos que quieren honrar su memoria. También cada año se repite la letanía de aquellos que se empecinan en silenciar esta parte de nuestra historia. Allá cada cual con su conciencia, pero no deberían olvidar que las víctimas del Pozu Rincón dieron sus vida por conseguir las libertades que hoy disfrutamos todos, ellos incluidos."

Fuente: Mtiblog e LNE

Fiesta de San Martín de Moreda (Aller)

Fiesta típica asturiana
ye San Martín de Moreda,
onde orgullosos los mozos
visten chaleco y montera
y bailen también a lo suelto
con gaita y tambor
viva San Martín que ye'l nuestro patrón.

Les mozes lleven la ofrenda
el ramu de pan de escanda
y, alegres, en el desfile
canten detrás de la Xana
y bailen también...

Lleguen miles de romeros
rebosantes de alegría
a disfrutar de esta fiesta
repleta de asturianía
y bailen también...


La Fiesta de los Humanitarios o Fiesta de San Martin, se celebra el 11 de noviembre (día de San Martín de Tous) en Moreda de Aller.

La sociedad "Humanitarios de San Martín" se creó en 1905 en Moreda (concejo de Aller) con el objetivo de evitar los desencuentros entre los ganaderos locales y los del vecino concejo de Lena por el uso de las zonas limítrofes. Complementariamente, prestaba ayuda a todos sus miembros en caso de necesidad. 
Puya 'l ramu (foto de INE)
La Asociación tomó su nombre del patrono de la parroquia y acordaron reunirse cada 11 de noviembre para celebrar su fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional en 1984. Durante la Guerra Civil, la Sociedad desapareció en su práctica totalidad, pero en 1966 descendientes de los antiguos miembros decidieron refundarla. Superadas ya entonces las disputas ganaderas vecinales, se centró en el objetivo de ayudar al necesitado y en recuperar la cultura asturiana. Hoy en día la Sociedad cuenta con más de 1.200 socios, casi la mitad de la población de Moreda, principal localidad del concejo. Esto ha llevado a que Moreda y Los Humanitarios sean un binomio inseparable, de modo que cualquier referencia a la localidad lleva implícita la mención a la Asociación y viceversa.

Eso sí, el fin de semana anterior a San Martín se celebra la tradicional Verbena de la Montera Picona seguida todos los años por cientos de personas. 

El día de San Martín a las 11 de la mañana se celebra una misa cantada con acompañamiento de gaita. Al terminar esta misa se realizará la puya'l ramu.  Sobre la 1 mas o menos, comienza el desfile de carrozas, bandas, grupos de baile, etc que recorrerán las calles moredanas. Tras el desfile, la gente se junta con los amigos y la familia para la tradicional comida de San Martín donde no puede faltar la fabada, casadielles y el riquisimo panchón allerano, un postre a base de pan de escanda. Además también suele haber chocolatá, orquestas y actividades varias que varían en función del año, pero que podéis consultar en la web de Sociedá Humanitarios de San Martín.

Algo que me llama la atención es que es una de las fiestas donde la gente más usa el traje regional y una de las fiestas, junto con el Rosario, que más se vive en el concejo. De hecho, muchos alleranos que trabajan fuera del concejo cambian el día libre en el trabajo para asistir a esta popular fiesta.

En este capitulo De Folixia en Folixia donde Alberto Rodríguez os enseña está magnifica fiesta y que merece la pena conocer.

¡Esperamos veros por aquí pronto!

(C) INE


jueves, 7 de enero de 2016

La Carretera Carbonera: 50 años en unir Gijón y Langreo

La Carretera Carbonera y la Empresa del NalónLa propuesta de Jovellanos de unir Langreo con Gijón tardó 50 años en hacerse realidad.


Después de todas las visitas que Jovellanos giró a las diversas minas que había en explotación en el Principado, elaboró un informe compuesto de nueve piezas, fechadas entre el 10 y el 15 de mayo de 1791, que dirigió al ministro de Marina, el ya referido Antonio de Valdés y Bazán, el 15 de junio de 1791. En estos Informes volvía en insistir, en primer lugar, en la necesidad de establecer una absoluta libertad de explotación y comercio del carbón. Proponía, a continuación, la conveniencia de construir un camino desde las minas al puerto de extracción, para disminuir el precio de los portes. En tercer lugar, se habían de conceder algunas gratificaciones y franquicias a los buques para abaratar los fletes y formar una marina carbonera. En cuarto lugar, señalaba la conveniencia de establecer una escuela en la que se impartieran conocimientos de Geometría y Física. «Aunque ninguna de las ciencias exactas y naturales deje de ser necesaria o muy conveniente para perfeccionar el cultivo de las minas de carbón de piedra y su empleo en los diferentes usos a que es aplicable, la Geometría y la Física, como primeros fundamentos de unas y otras, se deben reputar por absolutamente necesarias para este objeto. Por tanto, lo es también el establecimiento de una escuela en que se enseñen metódica y permanentemente». En el plan de estudios que proponía, habría un primer año de estudios comunes de Aritmética y Geometría, y dos posteriores de especialización según que la orientación fuera el pilotaje o la minería. Es un primer esbozo de lo que luego será su Instituto de Náutica y Mineralogía.

Sus propuestas fueron muy bien recibidas en Madrid, desde donde se le comunicó que sobre el modo de llevarlas a efecto se pusiese de acuerdo con Fernando Casado de Torres, ingeniero de Marina, «nombrado por el Rey para que fuese como facultativo a aquel Principado a ayudar a don Gaspar», cuenta Ceán Bermúdez. Deseoso de conocer a Casado de Torres, se trasladó Jovellanos hasta las Reales Fábricas de La Cavada, en la vecina Santander, donde se encontraba éste. Luego volvió a Salamanca donde seguía teniendo pendientes asuntos del Consejo de Órdenes. Casado había viajado en el otoño de 1789 por Inglaterra para contratar técnicos para trabajar en las minas. No le gustaron los mineros ingleses y contrató a un belga, Francisco Stievenard, que dirigía una mina de carbón en Lieja. Desde finales de 1791, Casado de Torres y Stievenard reconocieron en el concejo de Langreo hasta 82 minas.


A comienzos de enero de 1792, Jovellanos y Casado de Torres volvieron a verse en Gijón, donde este último le expuso su proyecto de transportar el carbón de las minas de Langreo a través del Nalón hasta San Esteban de Pravia. Jovellanos, por su parte, sostenía la conveniencia de que el transporte se realizara por tierra hasta el puerto más próximo, el de Gijón en el caso de las minas de Langreo, tal y como había sostenido ya en sus Informes mineros. En otro informe de 1791, sobre la construcción de un camino carbonero a Langreo, exponía el proyecto con todo detalle, indicando el recorrido y distancias que habría de tener desde el Puente de Turiellos, en que se iniciaba, a la Puerta de la Villa en Gijón, atravesando por el concejo de Siero. Esa carretera carbonera entre Langreo y Gijón tendría una longitud aproximada de 40 kilómetros y una capacidad estimada de transporte de 46.000 a 69.000 toneladas anuales. Con ella, aseguraba Jovellanos, se acortaba el trazado que venían utilizando los carros y caballerías en casi la mitad. Hasta entonces, por este medio se transportaban, durante los días en que el camino era transitable, unas 16.192 toneladas. El presupuesto estimado para la construcción de la carretera era de 1,5 millones de reales, pero con ella construida se rebajaría a la mitad el precio de los portes.


Como ya hemos referido, el Gobierno se había reservado para el aprovisionamiento de la Marina las minas del valle del Nalón en Langreo, constituyendo finalmente para su explotación la empresa de las Reales Minas de Langreo en agosto de 1792. Desde comienzos de ese año estaban ya en explotación las minas, bajo la dirección de Casado de Torres y del técnico belga Stievenard. También se construyó un horno para fabricar coque a orillas del Nalón, aguas abajo de Sama, en noviembre de 1792.


Para el transporte del carbón, el ingeniero Fernando Casado de Torres, como hemos dicho, apostaba por la canalización del Nalón en el tramo comprendido entre Sama y San Esteban de Pravia. Siendo Casado el hombre de la Armada, el Consejo de Estado optó por su propuesta, que según sus cálculos tenía una mayor capacidad de transporte y un menor coste a la larga, aunque la inversión inicial calculada era de 3.400.000 reales, frente al millón y medio previsto por Jovellanos para la carretera. Esta diferencia se compensaría posteriormente, pues el coste por quintal de carbón transportado por el río sería de un real, según los cálculos de Casado, mientras que por carretera suponía unos tres o cuatro reales.


La obra a realizar en el Nalón pretendía lograr un canal en el río de unos 11,2 metros de anchura mínima, para que se pudieran cruzar dos chalanas. Éstas eran un tipo de embarcación de fondo plano, sin quilla, de unos 12,8 metros de eslora por 3,64 de manga y una altura de 0,84 metros, con un calado previsto de 0,4 metros, que era el que se consideraba podía aguantar el Nalón en sus aguas medias, y capaces de transportar hasta 200 quintales (unas 9 toneladas). La obra era, sobre el papel, muy sencilla, pues sólo había que actuar allí donde el lecho del río fuera demasiado ancho, estrechando el cauce con estacas, que sujetaban un talud hecho de piedras, y en los pasos estrechos, ensanchándolos, mientras que en otros tramos no habría necesidad de realizar trabajo alguno. Sólo a la entrada de cada canal la obra debía de ser más sólida, a base de sillería. También había que volar algunas peñas que dificultaban la navegación, y dragar la barra de acceso a la ría de Pravia.


En Sama se construyó un canal de servicio que conducía a un estanque, donde se guardaban las chalanas y estaban los talleres de reparación, provistos de una fragua y una rampa con cabrestante para sacar las embarcaciones del agua. En paralelo al río había que trazar un camino de sirga para que las bestias de tiro arrastrasen río arriba las embarcaciones, en el viaje de vuelta.


Las obras se iniciaron en 1793 y finalizaron en 1796 con dos graves defectos: no se construyó el camino de sirga, porque los gastos superaron lo presupuestado, y las defensas levantadas en los muros de los canales resultaron poco sólidas para soportar las crecidas que las lluvias y la fuerte pendiente del río originaban cada invierno.


El Informe sobre la navegación del Nalón, escrito por Jovellanos en 1797, señalaba que las chalanas bajaban río abajo cargadas de carbón, en sólo tres días, pero que tardaban de diez a quince jornadas en el viaje de retorno, empleando, además, mucha tripulación. Cinco de los seis tripulantes debían marchar por la orilla tirando de una soga, y en los tramos con rabiones y fuertes corrientes debían de halar hasta una docena de hombres, metidos de lleno en el río. Esto y el gran número de chalanas necesarias al concentrarse el transporte en verano sumaban demasiados costes en relación al escaso volumen acarreado. Además, la corriente desbordaba en invierno las obras, causando continuos desperfectos, cuya reparación elevaba todavía más los costes totales y medios. En noviembre de 1801, una riada destruyó prácticamente casi todo lo construido.


La producción en las Reales Minas de Langreo, entre 1792 y 1802, año en el que cesó su actividad, fue de 49.386 toneladas, de las que 16.793 no se vendieron ya que formaban los stocks acumulados en 1802. Entre 1793 y 1801 se transportaron a través del Nalón unas 16.360 toneladas, con un gasto en torno a los 24 reales el quintal, unas cinco o seis veces superior al que por entonces tenía el quintal transportado en carros de bueyes desde las minas comunales de la cuenca central hasta Gijón. En 1802, Juan Francisco de Aguirre, segundo comandante de las empresas de la Marina en Asturias, redactó un informe en el que solicitaba el abandono de las Reales Minas de la Empresa del Nalón por lo ruinoso de sus cuentas. Finalmente, una real orden de 1 de octubre de 1803 acordó el abandono de la explotación de las Reales Minas de Langreo.


La carretera carbonera propuesta por Jovellanos no se construyó hasta 1838-1842, y se hizo a iniciativa de Alejandro Aguado, un empresario que era por entonces director de la sociedad Minas de Carbón de Langreo. Aguado obtuvo la concesión de la obra, para explotarla posteriormente en lo que hoy llamaríamos «régimen de peaje» y constituyó la Empresa del Camino Carbonero de Asturias. Las obras se iniciaron en 1838 y concluyeron en 1842, completando 34 kilómetros de carretera, además de 9 puentes y 117 alcantarillas, con un coste de 4.000.000 de reales.


Había pasado medio siglo desde que su construcción fuera propuesta por Jovellanos. Por entonces, el ferrocarril ya comenzaba a ser el medio de transporte de la industrialización. En 1847 se iniciaron ya las obras del denominado Ferrocarril de Langreo, que comenzó a funcionar en 1852 entre Gijón y La Florida, y en 1856 unió ya Sama con Gijón. ¡Cuánto tiempo perdido!

domingo, 3 de enero de 2016

Historia de Ensidesa y sus efectos sociales en Avilés

1. Historia
Empresa Nacional Siderúrgica Sociedad Anónima (conocida por el acrónimo ENSIDESA y en Avilés como "la fabricona") fue una compañía estatal, de capital público, fundada el 28 de julio de 1950 en Madrid, dependiente del Instituto Nacional de Industria (INI). La factoría se situó en terrenos pertenecientes a los concejos de Avilés, Corvera, Gozón y Carreño, y entró en funcionamiento en 1956, inaugurándose el primer alto horno en 1957. La creación de ENSIDESA lleva a Asturias a la cabeza del país en producción siderúrgica, y desarrolla de forma impresionante la comarca de Avilés y municipios limítrofes. 

Entre 1957 y 1972 la empresa bate records de producción y empleo, con cuatro altos hornos en funcionamiento, producciones superiores a los dos millones de Tn/año y una plantilla formada por más de trece mil trabajadores. En 1973 tiene lugar la absorción de la Unión de Siderúrgicas Asturianas S.A. (UNINSA), sociedad constituida el 30 de mayo de 1961 por las principales fundiciones privadas asturianas (Duro-Felguera, Fábrica de Mieres y Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara) y propietaria del tre de laminación de Veriña (Gijón). UNINSA había surgido al calor del desarrollismo de los sesenta con fuertes ayudas públicas a través de los planes de Acción Concertada pero su nivel de endeudamiento debido a los elevados costes de instalación conllevan la entrada del INI en una primera ampliación de capital en 1970, como paso previo a su integración en la siderurgia pública. 

La fusión convierte a ENSIDESA la primera industria siderúrgica nacional, pero el exceso de plantilla -24.000 trabajadores- y el fuerte endeudamiento provocan en 1975 la primera regulación de plantilla y el comienzo de las graves crisis y reconversiones que pasan primero por un proceso de fusión con la siderurgia pública y privada vasca en la Corporación de la Siderurgia Integral (CSI) y que concluyen despues con el proceso de privatización y venta de la compañía al grupo multinacional luxemburgués ARBED en 1999. Surge así una nueva entidad totalmente privada denominada ACERALIA Corporación Siderúrgica. Posteriormente, se integró con los grupos siderurgicos europeos Arbed yUsinor y paso a llamarse ARCELOR. Finalmente en el 2006, el grupo paso a formar parte del conglomerado MITTAL STEEL bajo el Nombre ARCELOR-MITTAL. 

2. Efectos sociales
La necesidad de mano de obra de la factoría provocó el desarrollo de núcleos como La Luz, La Carriona, Versalles, Llaranes o Valliniello - Avilés pasó de tener 21.000 habitantes en 1950 a contar con 82.000 en 1970, tras dos décadas de actividad del gigante siderúrgico La falta de previsión fue total, generándose un caos que obligó a una acelerada improvisación por parte de las autoridades estatales y de la propia ENSIDESA.
Entre 1954 y 1965 el Plan Sindical de la Vivienda levantó los poblados obreros de Francisco Franco o la Texera, José Antonio, La Carriona y La Pedrisca. A través de la iniciativa de cooperativas se construyeron los poblados de San José Artesano, Portuarios y El Pozón. También los promotores privados participaron con la construcción de los barrios obreros de Versalles y la zona de Domingo López, en Villalegre.
A pesar de que los nuevos barrios paliaban la carencia de alojamiento para la población obrera inmigrante, la nula planificación se tradujo en la ausencia de dotaciones y equipamientos urbanos, educativos, sanitarios, deportivos y culturales. Esta situación solo se fue resolviendo con el paso de los años y de manera lenta y parcial. Además, esta situación se agudizaría debido a la mala calidad de los materiales de construcción utilizados y a la desconexión entre los diferentes núcleos con el centro urbano de Avilés a causa de la escasa red de comunicaciones.

En 1975, pasados veinte años del asentamiento de ENSIDESA, los efectos de la industria siderúrgica eran ya más que notables en la fisonomía de Avilés y en el entorno de su ría.
Se había generado un nuevo espacio urbano, transformando el viejo casco de la ciudad, agregándose poblados obreros en la periferia y consolidándose los núcleos ya existentes (Villalegre, Miranda, Salinas y Piedras Blancas).

Como queda dicho, la proliferación de poblados obreros en la periferia rural de Avilés que acogieron los contingentes de población que llegaba a la villa atraida por las expectativas de trabajo fue muy intensa y rápida. Hasta 1970 la población obrera que se estableció en Avilés se fue ubicando en los poblados periféricos que a tal efecto se levantaron. A partir de esa fecha la ocupación se fue orientando hacia el centro urbano, ocupando solares vacíos y edificando viviendas de nueva planta tras el derribo de las antiguas edificaciones ya existentes. Este proceso de densificación del centro histórico, se vio favorecido por las políticas locales de urbanismo que impulsaron las actuaciones privadas de acusado carácter especulativo y propiciaron la desaparición de parte del caserío histórico representativo de Avilés.

2.2 El Barrio de La Luz
El poblado de La Luz, comenzado a construir por iniciativa privada a finales de los 50, y comprado por el Estado al término de su construcción en 1962, consta de 2.056 viviendas que se distribuyeron en régimen de alquiler entre los obreros de ENSIDESA con mayor número de hijos.
El barrio de La Luz debe entenderse, por tanto, como un proyecto privado netamente especulativo cuyo resultado final nada tuvo que ver con lo inicialmente proyectado y ofertado.
Los modelos urbanísticos para los nuevos barrios obreros estaban definidos en la España de los 50 a través del Instituto Nacional de la Vivienda y de la Obra Sindical del Hogar. Se proponía el bloque exento de doble crujía, liberando el suelo circundante para uso dotacional y viales, siguiendo la inspiración de la ciudad-jardín y del Funcionalismo.

Los orígenes del barrio de La Luz pueden establecerse a partir de las intenciones de un constructor que adquirió unos terrenos para edificar en ellos. Dado que el barrio de Llaranes no podía albergar a todos los trabajadores de la Empresa, dicho contratista, llamado Domingo López Alonso, vecino de León, proyecta construir otro barrio al que denomina “Nuevo Avilés” y al que diseña como un nuevo modelo de villa.
Del primer proyecto de 5.000 viviendas a construir en la ladera Noroeste del Monte de La Luz, sólo se construyen 2.056 que agrupadas en 95 bloques constituyen hoy la configuración del Barrio de La Luz.

ENSIDESA sacó de sus “laboratorios sociales” la idea de construir los barrios en diferentes lugares de Avilés. Realizó una segregación social del espacio urbano. De este modo colocó en Llaranes y La Luz a los obreros, mientras que a los técnicos, peritos e ingenieros los situaba en edificios tales como La Estrella, en el Pozón, y La Residencia de Ingenieros, en la subida de San Cristóbal.
Existían cuatro categorías de trabajadores en la Empresa:

1ª – La formada por los directores, técnicos, ingenieros..
2ª – La formada por técnicos de grado medio, como jefes de taller,administrativos,
analistas…
3ª-Obreros cualificados (Oficiales de 1ª y 2ª)
4ª – Personal obrero sin cualificar, como oficiales de 3ª y peones. 

Al tiempo que se producía esta densificación en el centro, emergían dos zonas contiguas, que se configuraban como nuevas zonas residenciales: Las Meanas-Quirinal, y Carbayedo Nuevo.
La crisis de la siderurgia de los setenta del siglo XX, que supuso la pérdida de más de 12.000 puestos de trabajo, se vio compensada con el crecimiento del sector terciario, que permitió que pasados veinte años se mantuviera en la ciudad la misma población que al comienzo de la crisis. 

2.3 El Poblado de Llaranes
Al amparo de la construcción de ENSIDESA se desencadenó un intenso proceso inmigratorio que supero ampliamente la capacidad de Avilés para acoger a tan amplio volumen de personas.
Debido a la necesidad urgente de viviendas se fueron diseñando en las proximidades de las fábricas diferentes modelos de grupos residenciales para dar alojo a los trabajadores, a través bien de promociones oficiales o privadas. En algunos casos los asentamientos eran tan espontáneos que daban lugar a fenómenos de chabolismo e infravivienda.

El primer ejemplo de barrio obrero lo constituye el poblado de Llaranes, en las cercanías de Ensidesa, que se comenzó a construir en 1953 y se concluyó en 1957. Se trata de un conjunto de 1.103 viviendas en un diseño que comprende espacios verdes, deportivos, iglesia, plaza mayor, mercado y servicios varios.

Ensidesa encargó a los arquitectos J. M. Cárdenas Rodríguez y F. Goicoechea Agustí, en 1951, la construcción del poblado central de Llaranes concebido como un pueblo independiente, con escuelas, mercado, estadio deportivo, piscinas, parques, local para espectáculos, hogar sindical y Plaza Mayor.
Cárdenas y Goicoechea firmaron conjuntamente el proyecto en su totalidad. Sin embargo, cabe destacar que la iglesia es obra de Cárdenas mientras que el “colegio de niños” y el parque infantil fueron obra de Goicoechea. El “colegio de niñas”, la Plaza Mayor y el economato entrarían en el grupo de proyectos compartidos.
El proyecto del Mercado, conocido popularmente como El Economato, data de 1956, pero sería el último de los edificios singulares en terminarse. No se inauguraría hasta 1962. Con anterioridad fueron habilitados para ese uso los bajos de la Plaza Mayor, cuyo destino inicial, nunca del todo logrado, fue su uso para el comercio privado.
Se proyectaron diferentes tipos de vivienda dentro de una homogeneidad de conjunto. Los bloques “A” tienen tres plantas y doce viviendas. Los bloques tipo “C” y “D” son los más abundantes en el poblado. Constan de ocho o dieciséis viviendas dispuestas en forma de “U” y pareadas dejando un jardín en medio. Menos abundantes y con sus jardines son las viviendas tipo “H” o de “capataces”. Se trata de viviendas ligeramente mayores que el resto de las del poblado, en bloques de cuatro, dos bajos y dos pisos, y con una fisonomía que les daba un cierto aire de “chalés”.
El aspecto nórdico que le conferían los tejados de pizarra fue fruto de la casualidad. En la idea inicial las cubiertas estaban proyectadas en teja árabe de color rojo. Una oportunidad que surgió para Ensidesa provocó el cambio.

El poblado se inauguró el 18 de julio de 1956. En 1959, año en que se termina casi por completo el poblado de Llaranes, finaliza la fase de construcción de Ensidesa.
El responsable de Asuntos Sociales de Ensidesa, en su despacho de la Plaza Mayor, ejerció siempre unas funciones de “alcalde” sobre Llaranes que siempre tendieron a considerar los poblados como una entidad autónoma. Un alcalde, además, con casi todas las prerrogativas de tal, ya que contaba con su propia Guardería Jurada, que era la máxima responsable del orden en los poblados. Orden que se establecía de acuerdo a criterios propios y por normas que el mismo Departamento dictaba.

Llaranes disponía en esa época de 1324 viviendas y estaba totalmente urbanizado: calles, alcantarillado, iluminación, etc… y con todos los elementos de una vida independiente. El servicio público se hallaba concentrado en la Plaza Mayor, centro del mismo, conteniendo estafetas de Correos y Telégrafos, Central telefónica, Farmacia y una sucursal bancaria. Poseía otros locales que se usaban como economato provisional y que serían ocupados, al menos eso era lo previsto, por distintas ramas del comercio.

El proceso de “privatización” de las viviendas fue complejo. La primera venta efectiva se realizó el 10 de agosto de 1990. A finales de 1993 se había realizado el grueso de la operación.
Además de las viviendas, la Empresa tuvo que transferir al ayuntamiento de Avilés las infraestructuras y suelo común. La cesión se firmó el 29 de marzo de 1995. La red eléctrica se cedió a Hidroeléctrica del Cantábrico y los inquilinos tuvieron que hacerse cargo de los pagos a partir de 1998.

Fuentes: Archivo de Asturias, Llanares CF y Urbancidades. 

Laviana y el desastre de sus chalanas

Apunte: las chalanas son barcas que se construyeron en el concejo de Laviana con el fin de transportar carbón por el río Nalón pero este sistema resultó ser muy dificultoso debido a que algunas veces el río era muy caudaloso y otras veces escaso. En muchas ocasiones necesitaban burros que tiraran desde la orilla y en otras, los hombres se metían en el agua para empujar las chalanas. 

El intento de canalizar el río Nalón para llevar carbón desde la cuenca minera hasta el puerto de San Esteban de Pravia fue una de las mayores pifias económicas de nuestra historia, aunque visto con la distancia que nos permiten los siglos transcurridos no se puede culpar a nadie de aquel error.

¿Quién iba a suponer en 1791 la revolución que se avecinaba en los transportes? Cien años más tarde el ferrocarril cruzaba Asturias de parte a parte y los automóviles empezaban a enseñorearse de las carreteras convirtiendo la navegación fluvial en prehistoria, pero nadie podía saberlo entonces.

Es como si coincidiendo con la inauguración de la variante de Pajares se descubriese un nuevo sistema para llevar las mercancías por aire que lo convirtiese en obsoleto. Tampoco podríamos acusar a los ingenieros actuales de habernos hecho gastar el dinero inútilmente.

Veamos cómo fue la historia. En 1792, cuando ya era evidente la importancia que el carbón podía tener en la economía española, se vivía un debate entre los partidarios de la libre explotación -entre los que se encontraba Jovellanos- y quienes consideraban este mineral como fundamental para la defensa, conociendo que en Estados Unidos ya estaban probándose con éxito las primeras embarcaciones de vapor, y adivinaban la necesidad de hulla que pronto iba a tener nuestra Armada.

Además, el carbón asturiano se hacía cada vez más necesario para sustituir como combustible a la madera en los hornos de la Real Fábrica de Cañones de Lierganes y La Cavada que ya había consumido los bosques de media Cantabria, máxime cuando España se preparaba para otra guerra contra Francia y se iba a necesitar más armamento.

Curiosamente, los defensores de las dos posturas se enfrentaron también a la hora de solucionar el grave problema que planteaba el transporte del mineral hasta el mar, del que se venían ocupando carros de bueyes y caballerías por un infame camino que llegaba hasta Gijón y que resultaba intransitable la mitad del año. Unos querían una nueva vía terrestre y otros un canal.

Jovellanos propuso entonces abrir una carretera carbonera por Siero, con unos 25 kilómetros, lo que suponía acortar el trazado de la existente en un 60% y al mismo tiempo abaratar los costes hasta en cinco veces. El destino seguiría siendo Gijón, la villa natal del ilustrado, que él estaba empeñado en transformar en uno de los puertos más importantes del Cantábrico y de paso iba a suponer también mejorar todas las comunicaciones del centro de Asturias abriendo ramales que llegasen hasta las principales poblaciones de la región.

Su visión fue profética una vez más y eso que nadie como él defendía en aquel momento la apertura de canales en España. En su «Informe sobre la ley agraria» había escrito: «Las conducciones por tierra encarecen demasiado los frutos y todavía, en igualdad de precios, llegarán más baratos a Santander los granos extranjeros conducidos por agua que los de Castilla por tierra». Y más adelante: «¿Qué sería si los caminos, los canales y la navegación de los ríos interiores, franqueando todas las arterias de esta inmensa circulación, llenasen de abundancia y prosperidad tantas y tan fértiles provincias?».

Claro que él se basaba en lo que había visto del Canal de Castilla, abierto ya hasta la mitad de su recorrido, pero el gijonés conocía los ríos asturianos y sabía que esa obra era imposible en el Nalón, por eso proponía la carretera.

Para buscar una solución intermedia se creó entonces la Compañía de las Reales Minas de Langreo con el fin de explotar para las necesidades de la marina los yacimientos de la cuenca del Nalón y se hizo venir hasta la cuenca a Fernando Casado de Torres e Irala, que ya empezaba a destacar como ingeniero de prestigio en los temas relacionados con el abastecimiento militar, aunque en aquel momento sólo llevase tres años en la Armada.

Su aval venía del éxito de una máquina de aserrar que había puesto en funcionamiento en el arsenal gaditano de La Carraca y traía consigo un proyecto para hacer navegable el Nalón. Años después volvería de nuevo a Asturias para ocuparse de la obtención de alquitrán del carbón y luego pasaría a la historia por su actividad política al ser uno de los redactores de la Constitución de Cádiz en 1912 para acabar ocupando diez años más tarde la Comandancia General del Cuerpo de Ingenieros Navales. Pero volvamos a lo nuestro.

Aunque el plan de Jovellanos, como sabemos, acabó también realizándose, la Junta de Estado se decidió por el plan más ambicioso de Casado de Torres: hacer navegable para barcazas de transporte -chalanas- el río Nalón durante 65 kilómetros hasta San Esteban de Pravia. Nada menos que 3.400.000 reales de presupuesto inicial, frente a los 500.000 de Jovellanos, a los que había que sumar también la adaptación del puerto de San Esteban y la apertura de caminos de sirga bordeando el curso del río para dar servicio y apoyo a las balsas cuando tuviesen que ir a contracorriente.

En 1981 don Luis Adaro, padre de la investigación sobre la historia de la minería en Asturias, afirmaba que la Armada acabó invirtiendo en este proyecto 1.800 millones de pesetas de aquel año. Ahora, viendo las cifras que se manejan en obras menores, esta cantidad apenas daría para las comisiones y habría que multiplicarla unas cuantas veces antes de poder convertirla a euros para ajustar el presupuesto final.

En noviembre de 1793 los primeros lanchones que se habían fabricado en los astilleros del alto Nalón se lanzaron al río cargados de carbón. Culminaba así un trabajo de titanes realizado en gran parte por presos, como en los otros grandes canales del Estado. En este caso habían sido concretamente los presidiarios del penal de San Campio, en El Ferrol, comandados por contramaestres de este arsenal.

Esta circunstancia desconocida para muchos y que viene a enturbiar el carácter casi romántico que según va pasando el tiempo ha adquirido el episodio de las chalanas se debía a que Casado de Torres era en aquel momento ingeniero de este departamento gallego.

El marino se empeñó tanto en su obra asturiana que logró convencer a las autoridades militares para montar en el Nalón un horno de coque con todos los adelantos y en su haber personal figura el descubrimiento de 82 yacimientos, de los que puso en explotación 25, procurando siempre que fuesen los más próximos al cauce y que sus bocaminas permitiesen el embarque rápido de la producción.

Pero pronto se adivinó el fracaso: el caudal del río era caprichoso y retrasaba con grandes crecidas o estiajes la rapidez del trayecto, la capacidad de las chalanas era menor de la esperada y para colmo de males los campesinos que dependían del agua del Nalón vieron destruidas sus acequias e inutilizados sus molinos, una consecuencia secundaria que nadie había previsto.

Además, los resultados económicos fueron desastrosos y en 1797 Jovellanos informaba que mientras diez años antes y con los métodos tradicionales el quintal de carbón asturiano se ponía en El Ferrol a 7 reales, ahora con las chalanas llegaba a San Esteban costando ya 12, la mitad de los cuales se la llevaba la amortización del propio sistema de transporte.

Finalmente, en 1799 todos asumieron el fracaso, Casado de Torres fue cesado y sustituido por dos comandantes llegados de las fábricas de Cantabria que acabaron cuestionando incluso la rentabilidad de las propias minas y proponiendo el abandono de la empresa. En un informe que se presentó entonces la situación era desoladora: de las 94 chalanas construidas en 1794 sólo funcionaban 30 y para ello se pagaban 500 sueldos repartidos entre mineros, chalaneros, peones y otros oficios especializados y las 36.000 toneladas anuales calculadas en un principio se habían convertido en menos de 5.000.

Cuando en 1801 una riada se llevó por delante todo el trabajo del río nadie se preocupó por volver a reconstruirlo porque ya era una empresa muerta y así oficialmente el 1 de octubre de 1803 las chalanas y con ellas las reales y ruinosas minas de Langreo pasaron a la historia por una real orden. Habría que esperar unas décadas para ver lo que el carbón podía dar de sí.

Guerra de la sidra en Gijón

El pueblo, unido contra los impuestos

El rechazo a la subida de tasas sobre los alimentos contribuyó a cohesionar a las clases más populares

Luis Benito García (Historiador)
Tras los sucesos de 1907 en demanda de mejor trato fiscal para la sidra, poco tiempo se iba a mantener la situación de relativa tranquilidad. En agosto de 1908 el diario gijonés «El Popular» daba la voz de alarma publicando la noticia de que los representantes del poderoso sector vitivinícola de Cataluña demandaban del Gobierno central la reforma de la ley de Alcoholes y solicitaban la desgravación de los vinos en todos los municipios del país por pequeños que éstos fuesen. Así pues, si la primera desgravación sólo afectaba a Gijón y Oviedo, con esta nueva propuesta se conseguiría, de confirmarse, la depreciación de la manzana en todos los municipios, lo que supondría la ruina del sector y la de muchos labradores e industriales de la región. Hasta cierto punto ponía freno a estas preocupaciones la decisión de la Junta Municipal de Gijón de que, para la próxima tarifa de Consumos, pagase la pipa de sidra 12,50 pesetas en vez de las 25 que hasta el momento se venía abonando.

En la sesión celebrada el día 30 de septiembre de 1908 en el Ayuntamiento de Gijón, no obstante, el secretario daba lectura al informe de la Comisión de Hacienda sobre los proyectos de presupuestos presentados por algunos concejales en el que proponían gravar todos los artículos de consumo, salvo la leche y el pescado menudo, aumentando los recargos que en el ejercicio de 1907 pagaba la sidra. Había varios partidarios de gravarla al no constituir alimento de primera necesidad; sobre todo si se pretendía como alternativa imponer una desgravación parecida a la leche. Finalmente, el recargo del caldo acabaría implantándose por quince votos frente a dos, decidiéndose también gravar el vino.

En este escenario el malestar de los agricultores se hará patente, e irá en aumento cuando se proponga contemplar, pese a todo, el recargo de la leche; con lo que iban a ser afectados por un evidente sobreprecio los dos principales productos de la vida agraria del municipio. Al efecto, una comisión de expendedores de sidra visitaba al alcalde Menéndez Acebal con motivo de exponerle su preocupación de que llegase a faltar sidra en sus establecimientos, de mantenerse esta situación, y que urgía, por tanto, tomar alguna medida paliativa.

Si era ésta la situación que se arrastraba iniciado ya 1909, lo cierto es que desde ese momento se iba a abrir un ciclo de especial conflictividad; a una protesta por cuestión de impuestos siguió toda una serie de desórdenes sin relación aparente entre sí, incluyendo un considerable número de huelgas a lo largo de 1910. Durante este período, una combinación de grupos muy diversos consiguió mantener un alto nivel de movilización que incluyó una notable cooperación mutua entre propietarios de tabernas, pescadores, agricultores, políticos republicanos, consumidores y sindicalistas. Fue entonces cuando salieron por primera vez a la superficie los contornos de una amplia comunidad popular. Las tasas de consumos -en el origen de este ciclo conflictivo- siempre habían sido protestadas y, sin embargo, se habían erigido en ingresos absolutamente necesarios para las siempre precarias haciendas locales; especialmente si se tiene en cuenta la eficaz oposición de los sectores hegemónicos a la subida de los impuestos sobre la propiedad. La tenacidad en su mantenimiento alentó sucesivas oleadas de protestas que establecieron, en realidad, lazos que más tarde se convertirían en una formidable alianza popular.

Tradición navideña asturiana: el Guirria

Foto de El Comercio 
Gracias a su protección y declaración como fiesta de Interés Turístico Regional, hoy sobrevive pero únicamente en tres pueblos: Beleño, Sobrefoz y Sellaño, si bien este último traslada la fecha al domingo de Carnaval.

El 31 de diciembre se sortean las parejas de mozos y mozas, todos solteros y solteras y mayores de 15 años, metiendo en un sombrero papelitos con los nombres. "Entre los que quedan en cantaru, es decir, desparejados, se elige el Guirria. Sólo nosotros sabemos quién es", nos explica Pedro Santos, uno de los chavales organizadores.

La identidad se oculta tras una máscara de la que penden luengas barbas negras. Su indumentaria la remata un alargado caperuz cónico, viste un traje bicolor, y porta un palo y un saco con cenizas.
Así este concejo asturiano recibe al año nuevo con El Guirria, un personaje transgresor en forma de trasgo besucón y bailarín que divierte a los más pequeños con trastadas. A mediodía de Año Nuevo, después de misa, todos los mozos aguinalderos se concentran con sus caballos engalanados en la Fuente de la Magdalena esperando a ese curioso personaje, enigmático, mitológico, relacionado con el Antroxu (Carnaval) y las fiestas romanas.

Ataviado con su inconfundible vestimenta (capirote con cintas, máscara barbuda, traje arlequinado, un zurrón lleno de ceniza para arrojar a los que no van a caballo y un largo báculo para saltar y brincar), el Guirria besa, abraza y achucha a las mozas durante el recorrido e incluso colándose en sus casas por la ventana, en una rememoración de algún olvidado ritual de fertilidad.  Irá acompañado por otro grupo de mozos solteros, los aguinalderos, montando a caballo si son adultos a caballo si son niños en burro.

También piden el aguinaldo casa por casa cantando:

"Pase feliz Año Nuevo
toda esta vecindad,
nosotros les deseamos
salud y prosperidad".

Les dan dulces, comida, bebida y dinero. Los más pequeños cenan comunitariamente esa noche, y los mayores, el 5 de enero.

Con el dinero que les dan a los aguinalderos mayores en las casas organizan una cena la noche de Reyes. Esta fiesta tenía en sus inicios entre sus objetivos el de juntar a las parejas de estas localidades. Por eso la noche del 31 de diciembre a las 23 horas se introducen los nombres de las mozas solteras en una urna. Los aguinalderos los van sacando y la tradición dice que cuando lleguen el 1 de enero a la casa de la mujer que le ha correspondido en el sorteo le tienen que entregar la papeleta. Ambos deben quedar para cenar en una cena. Ella prepara la cena y él le debe entregar esa noche un regalo.

El regalo típico de los mozos a las mozas son «les corbates», castañas guisadas recién hechas, «símbolo de fertilidad».

sábado, 2 de enero de 2016

La mina de La Camocha (Gijón)

"La  mina de La Camocha
dicen que va baxo el mar
y que a veces los mineros
sienten les oles bramar"

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial, en la que España se vio favorecida por su neutralidad, la necesidad europea de carbón ánimo de nuevo a la familia Felgueroso en su aventura. Su grupo hullero ya era entonces el quinto productor de mineral español. Pero en 1920, intuyendo tiempos de crisis, vendieron gran parte de sus minas para centrarse en su proyecto de Gijón, donde en 1930 fundarían Mina La Camocha.

La primera producción del pozo se extrajo en 1935, una actividad que sin contar las huelgas y protestas, no se detendría hasta el 31 de diciembre de 2008, en la que La Camocha, ya  desde hacía muchos años con empresarios distintos a sus fundadores, intervenida judicialmente y con deudas en la Seguridad Social, cerró con 160 trabajadores: unos, se prejubilaron y otros fueron reubicados en Hunosa.

Monumento al minero de La Camocha en el taller del autor
El nombre de La Camocha se atribuye a la presencia de una vaca con un único cuerno (la vaca mocha) que pastaba en el prado donde se situó la profundización del primer pozo de la mina, el prado de la camocha..

Para hablar del origen de La Camocha debemos remontarnos a 1893 y a la familia Felgueroso, que a través de los éxitos empresariales obtenidos por uno de sus hijos, Víctor, pudo hacer el capital con el que constituir la Sociedad Regular Colectiva Hermanos Felgueroso. El dinero lo obtuvo gracias a la compra, gestión y arrendamiento de explotaciones, como las de Saús, Clara Matilde, Benita (embrión del Grupo Minero Ciaño), Entralgo y, sobre todo, La Nueva, adquiridas por un millón de pesetas de la época a Inocencio Sela.

Sabedores de que el insigne geólogo alemán, Guillermo Shultz, había confirmado en sus estudios la presencia de carbón al sur de la villa de Gijón, los Felgueroso se lanzan a su explotación sin obtener, en un principio éxito. De hecho, y pese a haber localizado carbón de calidad a 160 metros de profundidad, en la primera excavación en San Martín de Huerces toparon con una gran manantial de agua que casi les hizo desistir. La mala experiencia se repitió más veces, primero por un manto freático situado cerca de Vega; y después por una noticia que daría la vuelta a toda España y que en Asturias acabó bautizándose como: “el mecheru Caldones”. 

En Caldones, en una de las exploraciones de carbón llevadas a c
abo en enero de 1915, una máquina de sondeos provoca una tremenda explosión seguida de un interminable incendio. La especulación empieza a trabajar y algunos periódicos de la época titulan “¿Aparece un yacimiento petrolífero en Gijón? Pero la realidad es que se trataba de un violento escape de gas natural, de los que tradicionalmente ocurren en los yacimientos fósiles. A ver aquel enorme “mechero natural” acudieron cientos de personas: unos, ingenieros y políticos, por estudiar aquella curiosidad geológica; y otros vecinos, y hasta religiosos, por comprobar que no era el principio de una catástrofe para Gijón, o la mismísima puerta de entrada al infierno. Al final, “el mecheru” se apagó a los 4 días utilizando para ello ácido carbónico procedente de la fábrica de cerveza La Estrella de Gijón.

A lo largo de su vida, la mina contó con 3 pozos verticales principales de acceso al interior, numerados del 1 al 3, según su antigüedad. De ellos, solo los números 2 y 3 estaban en funcionamiento a su clausura. Además de estos 3 pozos, la mina contaba con un pozo de rellenos y dos pozos de ventilación denominados Granda y Leorio.

El primer carbón comercializado de La Camocha se vendió a la panadería Zarracina de la villa de Gijón (30 de septiembre-1 de octubre de 1935). El hecho quedó plasmado en una fotografía de los empleados con el cargamento.

Desde 1949 hasta 1986 la mina estuvo conectada mediante una vía férrea de ancho ibérico con el puerto de Gijón a través de la estación de Veriña. Tras su abandono, la caja de la vía fue utilizada para la construcción de una vía verde entre Tremañes y Vega.

En el año 2014 se inauguró en el parque Primero de Mayo, una escultura de José  Luis Iglesias Luelgo, como homenaje a los mineros de ésta barriada gijonesa.

Para saber más sobre esta mina, recomendamos el libro 'Mina La Camocha: historia de una mina', obra de José Luis Areces Sánchez.

Fuentes: Montepío y el Comercio