sábado, 25 de junio de 2016

Historia de la fábrica de cervezas Águila Negra de Colloto (Oviedo)

El Águila Negra fue durante casi cien años (1898-1993) la verdadera cerveza de Asturias y de los asturianos. La fábrica de cerveza más grande que tuvo Asturias consiguió asentar las bases de una cultura cervecera en una tierra donde la sidra era y es la bebida nacional por antonomasia. En las siguientes líneas se tratará de esbozar una pequeña historia sobre la mítica marca collotense repasando su historia a través de los años y haciendo hincapié en algunos de los datos que la llevaron a estar a la cabeza de la industria cervecera de la Península Ibérica.

Los orígenes de esta cervecera los encontramos en el pueblo de Colloto, población situada en los límites de los concejos de Oviedo y Siero. La actividad principal de esta villa era la ganadería y la industria sidrera. Entre los varios llagares familiares y las fábricas presentes en Colloto, destacaban Industrias Cima y Bodegas Asturianas (Fábrica de Sidra Princesa de Asturias). Ámbas fueron punteras en la elaboración de sidras champán desde finales del S XIX en adelante. Sin embargo el fuerte desarrollo de Industrias Cima- su fundador José Cima fue el primer collotense en obtener la cruz al merito del trabajo, hizo que Bodegas Asturianas empezara a quedarse atrás en el mercado local y nacional con lo que sus directivos decidieron diversificar y empezar a construir una fábrica de cerveza. Para ello viajaron por Europa-principalmente por Alemania y Chequia con el fin de traer información y recursos humanos que ayudaran a crear una cervecera de prestigio.En 1898 comenzaron las obras de ampliación y modernización de una fábrica de cerveza que comenzaría su primera cocción en la primavera de 1900.

El año 1898 fue un año agitado, el cambio de siglo estaba cerca y eso se hacía notar en todos los aspectos de la vida. En la cultura ibérica destacan los escritores de la Generación del 98, dando su visión particular sobre la España de fin de Siglo. En Arquitectura Gaudi diseña y construye el Parc Güell en la Barcelona de fin de siglo.En Europa, H.G. Wells publica la edición de su novela La Guerra de los Mundos y la ciencia recibe con regocijo el descubrimiento del radio por parte de Marie y Pierre Curie. El orden mundial estaba cambiando y la expansión colonialista de las potencias europeas coincide con la mayor crisis internacional española: el fin de su imperio de ultramar con la independencia de sus dos únicas colonias-Cuba y Filipinas, un hecho que afectará profundamente a todos los estamentos de la sociedad. España era un país con una economía atrasada basada en una agricultura poco competitiva y en unos enclaves industriales aislados en Barcelona y Vizcaya, principalmente. La sociedad era predominantemente rural y poco urbanizada, con grandes desigualdades sociales y culturales, un elevado grado de analfabetismo y una profunda escasez de clases medias. La política de la restauración y el sistema bipartidista sólo favorecía a un pequeño grupo de oligarcas que se turnaban para disputarse las ganancias. Sin embargo, justo en esa época la economía española se empezaba a acercar a la media de los paises europeos más industrializados. Los efectos económicos de la pérdida de las colonias no fueron del todo negativos ya que la repatriación de capitales supuso una importante inyección en la economía española. España distaba aún mucho todavía de los países más desarrollados, pero el panorama iba mejorando, estaba moviendose.


Dentro de esta nueva movilidad, una fábrica regional de sidra champán decide diversificar su producción y comenzar a elaborar cerveza, bebida por aquella época considerada como de temporada y extranjerizante pero que empezaba a ganar adeptos día a día. De esta manera comienzan las obras de acondicionamiento y la instalación de la maquinaria necesaria para elaborar cerveza. Las primeras pruebas fueron muy exitosas y así, el 29 de Marzo de 1900, con un capital social de un millón de las antiguas pesetas queda fundada la empresa El Águila Negra de Colloto, fábrica de cervezas, reconvirtiendo así en cervecera la antigua fábrica de sidra champán Bodegas Asturianas. Durante la primera década del siglo XX se continuó elaborando sidra pero cada vez esta tenía menos peso en la fábrica ya que los maestros cerveceros e ingenieros industriales traidos de Alemania y Chequia trabajaban a un ritmo que permitía ir afianzando una línea de cervezas de calidad que atraía a cada vez más consumidores.


Primeros Años
Esta forma de trabajar fue la que permitió que antes de la guerra civil española (1936-1939) el Águila Negra ya ocupara un puesto de privilegio dentro de la industria asturiana, basada en aquel entonces en la minería y la siderurgia. Entre los avances que hicieron que esta cervecera progresara adecuadamente estaba la creación de una maltería neumática, única en la década de los 20 en España, y que le permitía maltear entre septiembre y abril( los meses, por aquel entonces ideales para tal fin) la suficiente cantidad de grano para completar su producción anual y crear excedente que se vendía a otras cerveceras nacionales. Teniendo en cuenta que antes de 1936 la producción era de 22000 litros diarios, podemos hablar de unas cifras record para la incipiente industria cervecera de la región. En aquella época la fábrica producía dos cervezas, una oscura denominada brune-al estilo de las dunkel alemanas( con 11,5% de extracto seco primitivo-E.S.P) y una rubia especial tipo pilsen(12,5% de E.S.P) que gozaba de gran aceptación.

Años 40
La Guerra Civil fue un desastre absoluto para el país, y la posguerra trajo momentos dificiles para la fábrica. Los recortes presupuestarios, el uso del grano para alimento y los reajustes políticos que la dictadura impuso hicieron que la industria en general sufriera una fuerte recesión. Sin embargo, El Águila Negra, al pertenecer al campo de la alimentación pudo diversificar y mantenerse a pesar de la crisis.Una de las soluciones adoptadas-además de la venta de malta y la plantación y recolección de lúpulos propios, fue la creación de una planta de fabricación de hielo industrial. La Fábrica siempre había producido hielo para acondicionar las bodegas y realizar las guardas de su cerveza. La idea de aumentar dicha producción y venderla resultó en un importante aumento de dividendos que redundarían en la fabricación de cerveza.




Años 50 y 60
Los años 50 y 60 fueron los de la consolidación de la cerveza asturiana en el mercado regional y la entrada por la puerta grande en el nacional. La producción fue en aumento, llegando a los 48000 litros diarios que se repartían entre Asturias y las provincias limítrofes. La investigación y la tecnología que se aplicaba iba en aumento y cada vez la técnica se hacía más refinada dando a la cerveza un mayor impulso. La importancia de la fábrica para Colloto se hizo vital, además de dar empleo directo a muchos habitantes, era también creadora de puestos de trabajo indirectos-venta de cerveza, hostelería, siembra y recogida de lúpulo, trasformación de bagazo de malta en piensos etc... La identificación de pueblo y cerveza se hizo absoluta, algo muy importante teniendo en cuenta que Colloto era -y es, un núcleo sidrero importante dentro de Asturias.



Años 70
La década de los 70 representa el auge absoluto de una marca, seña de identidad ya de la industria alimenticia asturiana y su afianzamiento fuera de la región, especialmente en Galicia, León, Cantabria, Zamora y Madrid. La competencia con las cervezas nacionales iba en aumento lo que suponía una activación de la economía y un impulso más que patente de la cultura cervecera. En la decada anterior habíamos asistido a la triste desaparición de la otro cervecera existente en Asturias, Estrella de Gijón(**Ver Anexo I). Esa fue la cara mala de la competencia y de la lucha por el liderazgo dentro del mercado de la cerveza. El Águila Negra, se hizo con los derechos de una de sus cervezas y empezó a elaborar una cerveza especial extra( con extracto seco primitivo 16%) bajo el nombre de Kronenbräu, indicando en su envase, a modo de reconocimiento, que la receta original pertenecía a Estrella de Gijón.


Los 80 

La producción en los años 80 llega a la cota histórica de 62000 litros diarios, la fabricación se diversifica, las inversiones van en aumento y la cervecera goza ya de un asentamiento económico, industrial y social total. Como muestra de esta situación vemos que la gran mayoría de los acontecimientos culturales y deportivos asturianos cuentan con el patrocinio de la cervecera y su presencia en la hostelería y la gastronomía asturiana alcanza cotas impensables para una región de tradición sidrera y dentro de un país culturalmente vinícola.

El declive: Años 90

Cuanto más alto se sube, mayor es la caída dice el acervo popular y los problemas para El Águila Negra empiezan a finales de los 80, con una serie de desastrosas operaciones económicas que su directiva lleva a cabo y que, incapaces de solucionar, hacen que la cervecera empiece a entrar en una crisis de la que ya nunca más salió. Por aquel entonces era necesaria una reconversión para ajustar la cerveza a los nuevos tiempos y a las nuevas pautas que el mercado exigía. Paradojicamente, aquella cervecera que había sido siempre puntera en tecnología, investigación y desarrollo( cuando ni siquiera existian esos departamentos en las empresas) empezaba a quedarse atrás cuando más necesitaba esos avances. Sus directivos no supieron o no pudieron estar a la altura de las circumstancias y la mala gestión de los dividendos obtenidos hasta la fecha desembocaron en huelgas, manifestaciones,negociaciones y crisis generalizada que llevaron al cierre definitivo en el año 1993. El gobierno regional, siempre dispuesto a cuidar el patrimonio industrial de Asturias no pudo o no quiso intervenir en lo que se denominó la crónica de un cierre anunciado, lavandose las manos y desoyendo proyectos que hubieran mantenido la empresa a flote. De esta conjunción de desastres se llegó al final de una cervecera que había sido pionera en la producción de cerveza en Asturias y en España así como la seña de identidad de un pueblo, Colloto, de una Ciudad Oviedo y la referencia de una región en la industria cervecera de la Península Ibérica.

miércoles, 22 de junio de 2016

Enfermedades profesionales relacionadas con la minería

Antes de pasar a describir las enfermedades que afectan a los mineros del carbón vamos a definir lo que es una enfermedad profesional.

"Patología médica o traumática provocada por la presencia en el medio ambiente laboral de agente físicos, químicos o biológicos que merman la salud del trabajador".
Las enfermedades mineras han sido la punta de lanza de las enfermedades profesionales por la especial dureza de los trabajos realizados en la mina y por los ambientes nocivos en que se suelen realizar. A pesar de que hay enfermedades típicas de todos los tipos de minería, nos vamos a centrar en la del carbón, ya que es la que nos atañe.


La mayoría de males que afectan a los mineros del carbón son por agentes físicos, aunque también encontramos alguno biológico. Además, las enfermedades han ido variando a lo largo de la historia y hoy en día no encontramos todas las que se daban hace 100 o 150 años.

Los mineros del carbón se enfrentan todos los días a movimientos rápidos y repetitivos, esfuerzos excesivos,posturas incómodas, ruido, vibraciones... Todas ellas pueden desencadenar en afecciones osteoarticulares y vasculares por la vibración de los martillos neumáticos, bursitis crónica por posturas forzadas y movimientos repetitivos, hipocausia (sordera) debido a los ruidos... Hay otro factor físico que ha desaparecido con el paso del tiempo, pero que en la antigüedad provocaba una enfermedad que afectaba a muchos mineros. La luz, o mejor dicho, la ausencia de luz. La precaria iluminación de las lámparas de seguridad, que daban unas 10 veces menos luz que una cerilla, hacía que los mineros de interior sufrieran nistagmus de los mineros.  Se manifiesta como un movimiento rápido e involuntario de los ojos, que se puede acrecentar con los cambios de luminosidad (pasar de una zona oscura a una iluminada o al revés) y que provoca temblores que pueden hacer perder el equilibrio. Al aparecer las lámparas eléctricas y mejorar la iluminación, esta enfermedad desaparece, aunque continua en el listado de enfermedades profesionales de nuestro país.

Si hay una enfermedad que se asocia a los mineros, es la silicosis. Es un tipo de neumoconiosis provocada por el polvo de sílice que se desprende al picar las rocas. La neumoconiosis se define como la acumulación de polvo en los pulmones y la respuesta tisular patológica ante su presencia. 
Al respirar partículas de sílice, algunas llegan a los sacos alveolares donde los macrófagos (células pertenecientes a  nuestro sistema inmune) las fagocitan. Sus enzimas están preparadas para destruir moléculas orgánicas por lo que no atacan al polvo, que se acumula hasta que las mata. Al morir, esas enzimas se liberan provocando graves daños en el tejido alveolar y con el paso de los años los pulmones se van destruyendo, provocando obstrucción, tos, expectoración, disnea e incluso la muerte.

Gracias a las nuevas medidas higiénicas, a mediados del siglo XX se erradicó una enfermedad que llegó a causar epidemias: la anquilostomiasis. Está provocada por un agente biológico, en concreto por un gusano parásito (Ancylostoma duodenale) de la familia de los nemátodos. También se conoce a la enfermedad como la anemia de los mineros ya que sufrían de fuertes anemias provocadas por hemorragias intestinales crónicas.
Este parásito se aloja en el intestino y sus huevos salen con las heces. Las larvas se desarrollan en el suelo e infectan a los mineros por vía oral o atravesando la piel. Las malas condiciones higiénicas hicieron que se extendiera hasta provocar una epidemia en muchas minas. La mejor forma de luchar contra ella fue la prevención y hoy en día ya no se da en las minas de países desarrollados.

viernes, 17 de junio de 2016

Visita al Ecomuseo Minero de Samuño (Langreo)



La visita al Ecomuseo minero de Samuño comienza en la estación de El Cadaviu. Allí nos recogerá el tren que nos llevará hasta el pozo San Luis. 

Llegamos al embarque del pozo San Luis y se sube por la jaula hasta los exteriores del pozo. desde allí podemos observar el poblado de La Nueva. La empresa que fundó el pozo se llamaba “Carbones La Nueva”.  Comienza el recorrido por las instalaciones auxiliares del pozo:

  • La casa de máquinas

La Casa de Máquinas es el edificio de mayor interés patrimonial de todo el Valle de Samuño. Fue construido por Carbones de La Nueva en 1930, con la finalidad de albergar la máquina de extracción del nuevo pozo. De aquí salen los cables que sostienen la jaula que hay en el castillete. 
Carbones de La Nueva era filial de la Real Compañía Asturiana de Minas, dedicada a la elaboración de zinc en su gran fábrica de Arnao. Los pináculos de estilo art-decó que rematan la casa, están fabricados en zinc procedente de Arnao. En el ala Este de la fachada, faltan esos pináculos de zinc ya que esta parte del edifico fue añadido en los años 40. 

Dentro podemos ver los dos compresores (máquinas encargadas de  producir el aire comprimido que se utiliza en diversos procesos del interior de la mina, donde no es posible emplear motores de explosión debido a la presencia de metano y otros gases sumamente inflamables. El aire comprimido se utiliza para la ventilación y para permitir el funcionamiento de herramientas, como los martillos neumáticos de los picadores)
El primero, de 1936, perteneciente a la casa americana Worthington pero no llegó hasta 4 años después al pozo. Y el segundo, de la casa Atlas Copco, fue adquirido en 1967.

También podemos ver una máquina de extracción de la casa alemana Siemens Schukertwerke. La máquina de extracción mueve las dos jaulas del interior del pozo, conectadas a ellas con cables de acero trenzado, a través del sistema de poleas ubicado en el castillete. 

  • Lampistería

Esta edificación de 1934 está destinada al depósito, vigilancia, mantenimiento y limpieza de las lámparas de mina. Los mineros entraban por la puerta del lado norte, ya que venían de la casa de aseos y salían de la puerta sur, hacia el pozo. Al regresar, realizaban el camino inverso para depositar su lámpara.

  • Las oficinas y la pagaduría

El edificio fue construido en 1953. Consta de dos pisos, albergando la planta baja los servicios administrativos y los técnicos en la segunda, donde se encontraba el ingeniero jefe. También añadieron por el lado norte, una ventinilla de pagos donde los mineros recibían su sueldo y que se conocía como "la pagaduría".

  • La casa de aseos

La casa de aseos contienen las duchas, perchas, taquillas y vestuarios del personal del pozo minero. 
El edificio actual de la Casa de Aseos es el resultado de una serie de reformas a partir de 1935. Inicialmente era  un edificio dedicado a la central eléctrica. 


  • El taller

El edifico de  los talleres fue el último en añadirse al conjunto en la década de los sesenta. Actualmente es la zona del museo donde podemos ver la exposición de piezas de ferrocarril como locomotoras mineras y siderúrgicas.

  • Los edificios auxiliares

Esta hilera de edificios auxiliares se fue construyendo a lo largo de la primera mitad del siglo  XX en función de las necesidades de la empresa:comedor, sala médica, talleres,.. 

  • La portada del socavón Isabel.

La minería de montaña se fue desarrollando por todo el valle a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Este tipo de minería de montaña consistía en explotar el carbón que existían en las laderas del valle, a través de bocaminas que recibían el nombre de pisos con su correspondiente número: 1º piso, 2º piso, 3º piso,... El socavón Isabel es el 2º piso de las minas de montaña de Carbones de La Nueva, siendo el primero piso, el socavón Emilia. 

Finalmente regresaríamos a la estación de donde partimos, a través del tren o andando por una senda que transcurre a la vera del río. 

Nota: la visita guiada finaliza en la casa de aseos. El resto es visita libre pero hay paneles explicativos. 

jueves, 9 de junio de 2016

Asturias independiente y Gijón Capital

Hubo un tiempo en el que Asturias fue independiente y tuvo su capital en Gijón. Sucedió entre el verano y el otoño de 1937, en plena guerra civil española y con Asturias convertida en una ínsula republicana en el Norte del país. En respuesta al aislamiento, cuando ya habían caído Santander y Bilbao en manos nacionales, se proclamó el Consejo Soberano de Asturias y León. El próximo sábado se cumplen 75 años de aquel día.

«El Consejo Interprovincial de Asturias y León (...) cree llegado el momento de asumir la plena responsabilidad del mando soberano en el territorio de su autoridad», quedó escrito en el decreto aprobado en Gijón «a veinticuatro horas del día veinticuatro» (entró en vigor el 25), en el que se dice en las primeras líneas el porqué de las cosas: «Quien repase en su memoria hechos históricos hallará confirmación de que una ciudad sitiada asumió siempre la integridad de su responsabilidad».
Eso ocurría en Asturias. La situación era dramática. No había, tal y como detalla el documento, división entre lo civil y lo militar, porque todo en Asturias y las áreas leonesas de Pajares y la comarca de Babia eran únicamente frente. Pero, pese a esas circunstancias de incomunicación con el mando republicano y la imposibilidad de recibir refuerzos, no gustó en exceso al Gobierno de Azaña esa declaración de independencia que convertía en Soberano al que hasta entonces había sido Consejo Interprovincial de Asturias y León. Fueron éstos los órganos creados por el Gobierno republicano para administrar los territorios tras el levantamiento de Franco en 1936.

Al frente del asturiano -con y sin soberanía-, Belarmino Tomás (1892-1950), socialista de Sama por el que tampoco sentía especial simpatía Manuel Azaña y al que llamó a consultas a Valencia -no acudió- tras la proclamación de la 'independencia'. Muy vinculado a la figura de Manuel Llaneza -trabajaron juntos en el pozo Fondón-y a la lucha sindical, se implicó en la Revolución de Octubre del 34 y acabó siendo encarcelado. Luego, ya en 1936, se convirtió en diputado electo del Frente Popular. Fallecido en México en el exilio, Tomás fue el líder de un Consejo Soberano que tuvo los días contados, pero que incluso llegó a acuñar sus propios sellos y papel moneda. De hecho, fue él precisamente quien bautizó como 'belarminos' a los billetes que se emitieron en la época -no solo durante la época del Consejo Soberano sino también cuando era territorial-.

Fueron meses fatigosos, de batallas muy duras para tratar de mantener el Frente Norte en manos republicanas, pero acabaron siendo, dos meses después de la proclamación del Consejo Soberano, batallas perdidas.

El 20 de octubre de 1937, el ejército nacional toma Gijón y el Consejo se ahoga en las aguas del puerto de El Musel. Ese mismo día se celebró la última reunión del Consejo Soberano, encabezada por el coronel Prada, en una situación tremendamente comprometida: «Nos ha derrotado la aviación y pretender resistir es inútil. No cabe más que el repliegue si se quiere salvar parte del Ejército», quedó escrito que dijo el mando militar, que con anterioridad había anunciado que en Gijón aguardaban los barcos que podrían realizar la evacuación. Se trata de embarcaciones capaces de trasladar entre 50.000 y 60.000 personas. Esa reunión se producía a mediodía. Y a primera hora de la tarde comenzó una evacuación polémica que dejó en tierra a muchos afines a la República que acabarían convirtiéndose en represaliados justo al día siguiente, el 21 de octubre, cuando el ejercito nacional asumió el mando de Gijón.

Fuente: el Comercio

Los mineros asturianos y la sidra

El consumo llegó a ser tan elevado que los ayuntamientos intentaron tasarlo con tributos


La producción y consumo de sidra se había venido consolidando en Asturias desde, al menos, la Alta Edad media; aunque Llegado el siglo XIX dos serían los procesos que impulsarían de modo sustancial la elaboración de sidra. El primero es la emigración a ultramar, lo que proporcionará la expansión del producto al vasto mercado americano. El segundo es el proceso de industrialización y consiguiente urbanización regional que conllevó un notable aumento de la población regional y que generó otro tipo de pautas de consumo de bebidas alcohólicas, que ya no será solamente ocasional. En Gijón y las cuencas mineras se ubicarán los principales centros consumidores.

En la cuenca del Nalón, sobre todo, el consumo del caldo asturiano alcanzaría desde pronto unos niveles de demanda tan espectaculares que situarían a la comarca, cualitativamente, como el principal consumidor provincial, realidad que queda bien plasmada en el desarrollo de una destacada hostelería sidrera cuyo arraigo como espacio de sociabilidad es de sobra conocido. Que el consumo alcazaba cotas elevadísimas queda claramente reflejado en el hecho de que los ayuntamientos -al igual que otras instancias fiscalizadoras- tratasen de tasar la sidra con tributos lo más altos posibles, lo que por otra parte ilustra nuevamente la elevada demanda de caldo asturiano.

La vinculación de los mineros al chigre parece, desde luego, un hecho bien establecido. Los pozos solían estar alejados de los lugares de residencia y, por tanto, las muchas tabernas abiertas en el camino constituían una oportunidad ineludible para estimular la sociabilidad y fomentar unos contactos interpersonales que la dispersión del hábitat y lo apretado de los horarios dificultaban; tal y como queda plasmado en obras como las de Clarín o Palacio Valdés. No es extraño, en consecuencia, que el obrero industrial -y sobre todo el minero como verdadero emblema regional de las clases populares- aparezca sistemáticamente asociado a la taberna; integrando su paisaje y fundiéndose en su vida cotidiana con ella.

Andando el tiempo, cuando se produce el aluvión poblacional de la segunda mitad de siglo en Gijón y Avilés se debe tener en cuenta que la mayoría de los emigrantes serían de origen asturiano, muchos de ellos procedentes de unas cuencas mineras ya en declive y que, por lo tanto, sus pautas de sociabilidad se hallarían muy vinculadas a la cultura sidrera. Por si ello fuese poco, Gijón, por su cercanía a otros núcleos poblacionales importantes y gracias a la facilidad de comunicación con ellos, se convertiría en el mar de las cuencas mineras.

Además, en el comienzo de la nueva eclosión sidrera de los años setenta, no era poca la gente minera que se desplazaba hasta estas zonas. A la sidrería El Furacu de Villaviciosa, por citar un ejemplo bien conocido, acudía numerosa concurrencia desde las cuencas, clientela que gastaba buenas sumas de dinero y que era muy proclive a alargar el jolgorio lo más posible. Había cuadrillas de tres o cuatro libadores que despachaban la nada despreciable cifra de setenta u ochenta botellas. Similares escenas se constataban en el caso de los lagares de Siero. Aunque estos ocios sidreros venían de lejos, y de la mítica sidrería Casa el Ferreru de Oviedo, por citar un caso significado, se tenían en gran estima los chipirones y el pollo, que era consumido especialmente por mineros los fines de semana.

A la expansión del consumo lúdico de sidra en plazas que no habían sido en esencia muy sidreras contribuirían también significadamente los mineros. En marzo de 1962, por ilustrar la cuestión, con motivo del encuentro entre el Unión Popular de Langreo y el Luarca Club de Fútbol, más de dos mil aficionados de la cuenca se desplazaban e improvisaban unas jornadas festivas en la villa costera. Por los testimonios de que se disponen se sabe que durante éstas corrieron a buen ritmo el marisco y la sidra.

De todo lo expuesto se puede concluir, en definitiva, que a la expansión de la cultura y la industria sidrera han ayudado de modo decidido los mineros; encontrándose en las cuencas hulleras aún hoy en día algunas de las plazas más emblemáticas en el consumo del ambarino caldo astur.

viernes, 3 de junio de 2016

Breve historia de la plaza de toros El Bibio de Gijón

Del circo taurino de la carretera de Villaviciosa a los 125 años de su construcción, entre el 2 de enero y el 12 de agosto de 1888

Por estas fechas, hace 125 años, cuadrillas de obreros se afanaban en levantar el que sería el mayor inmueble que viera hasta entonces la villa: una plaza de toros permanente, la primera en la historia de Gijón, levantada sobre unos terrenos de los arrabales orientales de la población, entre la carretera de Villaviciosa y la calle de Ezcurdia, en un lugar denominado El Bibio, posiblemente derivado del término latino bivium (bifurcación, cruce de caminos).
El edificio se diseñó con una capacidad para diez mil espectadores, todos sentados, cuando la población de Gijón era de veinte mil almas. Es decir, la mitad de los vecinos de la villa cabían en el interior de la vistosa y elegante plaza de toros de estilo neomudéjar, con sus fachadas encaladas y de ladrillo caravista.

La primera piedra del coso se había puesto el 2 de enero de 1888, con planos del arquitecto Ignacio Velasco y con el compromiso de la empresa adjudicataria de las obras, Canosa y Goyanes, de tener terminada la plaza para la feria agosteña del mismo año. Así fue. La plaza de toros de El Bibio se inauguró el 12 de agosto de 1888 como un atractivo indudable para la captación de veraneantes.

Y es que la década de los años ochenta del siglo XIX supuso la puesta de largo de Gijón como una urbe moderna, en medio de una potente industrialización y con las miradas puestas en la construcción del gran puerto de refugio de Asturias. Al año siguiente de la inauguración de la plaza de toros, también en el mes de agosto, llegó el agua corriente a la villa con la traída desde el manantial de Llantones, lo que propició la creación del cuerpo municipal de bomberos.

En cuanto a los transportes públicos, también en 1889 se constituyó la sociedad anónima Compañía de Tranvías de Gijón, cuya primera línea entró en servicio en 1890 precisamente para enlazar el centro de la población con La Guía (más tarde con Somió) y articular la nueva zona de esparcimiento y ocio que pivotaba sobre el recinto de Los Campos Elíseos y la plaza de toros de El Bibio.

Tampoco hay que olvidar que en un primer momento los impulsores del proyecto de Los Campos Elíseos (inaugurado como teatro-circo Obdulia en agosto de 1876 y con capacidad para unos 3.500 espectadores) pensaron en levantar una plaza de toros, que luego descartaron, por lo que la idea se retomó en 1887 «cuando unos cuantos gijoneses decidieron que Gijón tuviera plaza de toros, constituyendo, al efecto, una entidad titulada Sociedad Plaza de Toros de Gijón. Como presidente figuraba don Florencio Rodríguez (un indiano que había hecho fortuna en Cuba, nacido en Pola de Siero, creador también del Banco de Gijón) y, como secretario, don Aquilino Suárez Infiesta» («Pequeñas historias de Gijón. Del archivo de un periodista», de Joaquín Alonso Bonet).

Precisamente en el diario local «La Prensa», que dirigió Alonso Bonet, el 15 de agosto de 1931, en su sección «Minucias trascendentales», Pachín de Melás (Emilio Robles Muñiz), se refería a la historia de las corridas de toros en Gijón, citando que el primer festejo había tenido lugar en 1660 durante las fiestas en honor de San Pedro. Y «tanto gustó el festejo -escribió Pachín de Melás- que desde aquella fecha vinieron celebrándose bastantes años. Para esto, se tomaba la precaución de ajustar con el abastecedor de carnes, el compromiso de surtir de dos o tres toros buenos. Por el trabajo de buscarlos, encerrarlos y darles suelta el día de la corrida, se le daban doscientos reales, con el derecho, a una vez muertos, vender la carne dos maravedises más cara».

Tras los primeros tiempos de festejos taurinos en improvisados recintos la costumbre se perdió hasta mediado el siglo XIX. En el Archivo Municipal de la Torre del Reloj se guardan los carteles anunciadores de las tres corridas de toros que se dieron en Gijón los días 22, 24 y 25 de agosto de 1861 y la del 15 de agosto de 1862.

Cuenta en su artículo Pachín de Melás que «contra el parecer de muchos, un grupo de amigos gijoneses construyó una plaza de madera en Begoña, cerca del kiosco de la música, lindando con lo que es hoy la calle de San Bernardo». En el cartel de la corrida del 15 de agosto de 1862 se observa que era «la primera de las tres anunciadas», así como que se prohibía al público, «por orden de la Autoridad, arrojar piedras, cáscaras, ni otra cosa que pueda perjudicar a los lidiadores».

El inicio del festejo taurino se anunciaba para las cuatro y media de la tarde y se advertía: «Al concluir la lidia del tercer toro, y antes de la salida del cuarto, se rifarán los dos toros que la empresa regala a los concurrentes, siendo premiados los dos primeros números».

La plaza de El Bibio tuvo que ser reconstruida por los grandes daños que sufrió durante la Guerra Civil y a finales de la década de los años noventa del siglo XX el Ayuntamiento, propietario del inmueble desde 1951, acometió una casi completa rehabilitación del recinto, que es bien de interés cultural.

Pero de los pormenores del circo taurino local se está ocupando Juan Martín Merino, «Juanele», quien está a punto de entregar a la imprenta su próximo libro, que lleva por título: «Plaza de toros El Bibio, Gijón. 125 años de historia, 1888-2013».