miércoles, 22 de junio de 2016

Enfermedades profesionales relacionadas con la minería

Antes de pasar a describir las enfermedades que afectan a los mineros del carbón vamos a definir lo que es una enfermedad profesional.

"Patología médica o traumática provocada por la presencia en el medio ambiente laboral de agente físicos, químicos o biológicos que merman la salud del trabajador".
Las enfermedades mineras han sido la punta de lanza de las enfermedades profesionales por la especial dureza de los trabajos realizados en la mina y por los ambientes nocivos en que se suelen realizar. A pesar de que hay enfermedades típicas de todos los tipos de minería, nos vamos a centrar en la del carbón, ya que es la que nos atañe.


La mayoría de males que afectan a los mineros del carbón son por agentes físicos, aunque también encontramos alguno biológico. Además, las enfermedades han ido variando a lo largo de la historia y hoy en día no encontramos todas las que se daban hace 100 o 150 años.

Los mineros del carbón se enfrentan todos los días a movimientos rápidos y repetitivos, esfuerzos excesivos,posturas incómodas, ruido, vibraciones... Todas ellas pueden desencadenar en afecciones osteoarticulares y vasculares por la vibración de los martillos neumáticos, bursitis crónica por posturas forzadas y movimientos repetitivos, hipocausia (sordera) debido a los ruidos... Hay otro factor físico que ha desaparecido con el paso del tiempo, pero que en la antigüedad provocaba una enfermedad que afectaba a muchos mineros. La luz, o mejor dicho, la ausencia de luz. La precaria iluminación de las lámparas de seguridad, que daban unas 10 veces menos luz que una cerilla, hacía que los mineros de interior sufrieran nistagmus de los mineros.  Se manifiesta como un movimiento rápido e involuntario de los ojos, que se puede acrecentar con los cambios de luminosidad (pasar de una zona oscura a una iluminada o al revés) y que provoca temblores que pueden hacer perder el equilibrio. Al aparecer las lámparas eléctricas y mejorar la iluminación, esta enfermedad desaparece, aunque continua en el listado de enfermedades profesionales de nuestro país.

Si hay una enfermedad que se asocia a los mineros, es la silicosis. Es un tipo de neumoconiosis provocada por el polvo de sílice que se desprende al picar las rocas. La neumoconiosis se define como la acumulación de polvo en los pulmones y la respuesta tisular patológica ante su presencia. 
Al respirar partículas de sílice, algunas llegan a los sacos alveolares donde los macrófagos (células pertenecientes a  nuestro sistema inmune) las fagocitan. Sus enzimas están preparadas para destruir moléculas orgánicas por lo que no atacan al polvo, que se acumula hasta que las mata. Al morir, esas enzimas se liberan provocando graves daños en el tejido alveolar y con el paso de los años los pulmones se van destruyendo, provocando obstrucción, tos, expectoración, disnea e incluso la muerte.

Gracias a las nuevas medidas higiénicas, a mediados del siglo XX se erradicó una enfermedad que llegó a causar epidemias: la anquilostomiasis. Está provocada por un agente biológico, en concreto por un gusano parásito (Ancylostoma duodenale) de la familia de los nemátodos. También se conoce a la enfermedad como la anemia de los mineros ya que sufrían de fuertes anemias provocadas por hemorragias intestinales crónicas.
Este parásito se aloja en el intestino y sus huevos salen con las heces. Las larvas se desarrollan en el suelo e infectan a los mineros por vía oral o atravesando la piel. Las malas condiciones higiénicas hicieron que se extendiera hasta provocar una epidemia en muchas minas. La mejor forma de luchar contra ella fue la prevención y hoy en día ya no se da en las minas de países desarrollados.

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