viernes, 8 de enero de 2016

El Pozu Fortuna, símbolo de la represión asturiana.

El pozo Fortuna se encuentra emplazado en el Valle de Turón, muy próximo a San Andrés. Perteneció en sus comienzos a Andrés Aza, heredándolo su hijo Bernardo al fallecimiento de aquel. Sobre los años 20 pasó a ser propiedad de Hulleras de Turón.

El pozo constaba de varios niveles o pisos, hacia los altos de San Justo, enlazados entre si mediante planos y ferrocarril. En el nivel inferior estuvo la bocamina Artosu, y frente a ella, el pozo plano que se constituirá desde 1934 en el tercer acceso del pozo Santa Bárbara, en La Rabaldana, iniciado en 1913, y que se cerraría en 1996, siendo ya propiedad de HUNOSA. De 1966 es el curioso polvorín instalado junto a la bocamina del pozo plano de Fortuna. En 1927, Hulleras de Turón decidió abrir un pozo vertical próximo al pozo plano, comenzándose las obras años más tarde. A partir de octubre de 1937, fecha coincidente con la entrada de las tropas franquista en Oviedo, y cuando se llevaban perforados unos treinta metros, empezó a utilizarse como fosa común, arrojándose a ella cientos de cadáveres ejecutados por los vencedores.

(C)JFCamina
Al finalizar la Guerra Civil, hacia 1940, la caña del pozo, de 4 metros de diámetro, fue cubierta de escombros y sellada. Hasta el año 2003 no pudo localizarse el emplazamiento exacto de la caña dicho pozo, año en el que una historiadora mierense localizó en el Archivo Histórico de Oviedo un viejo plano de la empresa que permitió su ubicación exacta.

Otras informaciones también hablan de posibles enterramientos colectivos bajo el patio del Colegio La Salle, en el Llanu la Tabla o en los montes de Urbiés. También se alude a enterramientos en Peña Rega, al sur del Picu Siana, y en la Güeria de San Juan. En Lena, hay datos sobre fosas en la subida a Pajares. En una de ellas se habla de siete asesinados. También hay reclamados de una fosa en La Ceposa, en las cercanía de Sotiello. Sin embargo, en el valle del Caudal también hay abundantes túmulos con uno o dos asesinados, cuya localización no aparece descrita.

Otra de las zonas más castigadas por la represión fue el concejo de Aller. En la fosa de Felechosa hay varias personas reclamadas, entre ellas una niña de 15 años que, según se cuenta, reconoció a su padrino entre los asesinos; allí puede haber entre 25 y 35 víctimas. En El Puente de las Muñecas hay varias reclamaciones, pero las estimaciones sobre el número de enterrados son contradictorias ya que unos hablan de unas 15 víctimas y otros de más de 30. En la carretera de subida a San Isidro se estima la existencia de numerosas fosas de pocas víctimas. En el resto del concejo de Aller existen reclamaciones de personas enterradas en la Colladona, Cabañaquinta, Moreda o Caborana. También hay informaciones de otras en El Pino, El Rasón o la estación de Collanzo. «La cifra final de desaparecidos del concejo no se conoce, pero podrían estar entre los 300 y los 400», apostilla Álvarez. El Pozu Fortuna se puede visitar y tiene un aula de interpretación. Encontraréis más información sobre sus visitas en www.territoriomuseo.com

Os dejo un texto de Ernesto Burgos que profundiza más en la historia de este pozo.

"Noviembre de 1938, El pequeño Florentino González baja solo por el camino que une San Justo con Villandio, donde vive con su familia. El hambre que dejó la guerra le obliga a subir frecuentemente hasta el pueblo más alto del concejo de Mieres para recoger unas botellas de leche que le guardan allí sus tías. Nunca sale de allí a una hora tan avanzada, pero esta tarde la niebla ha tardado en despejar los montes y les ha costado encontrar las vacas, que son el principal sustento de todos.

Florentino baja sintiendo entre los castaños el aire que ahora le acompaña en su vuelta a casa, ya está casi abajo y puede ver la explanada donde se abre el Pozu Rincón, un enorme agujero de treinta metros de profundidad y un diámetro de cuatro en el que se estaba trabajando para abrir una explotación minera cuando el alzamiento de los militares contra la República paralizó el país.

Ahora oye con claridad el sonido de un motor y atendiendo el consejo de su padre se esconde rápidamente. Serán las dos de la madrugada cuando distingue las luces de una camioneta que sube por la carretera desde Turón. Él está oculto tras el depósito de agua que domina el paraje y tiene la desgracia de contemplar una escena que aún recuerda con claridad a sus 86 años: Es un vehículo como los que utilizan los guardias de asalto, con toldo verde, y ve descender de su caja a un grupo de hombres y mujeres; poco después, por el sentido contrario de la carretera, desde Urbiés, bajan otros dos camiones que aparcan en el lugar para dejar también su propia carga humana.

Luego llega el horror. El niño contempla paralizado como uno tras otro y sin que medien disparos aquellos infelices son arrojados vivos al pozo; ni sus gritos de súplica ni su llanto hacen mella en los asesinos, vestidos de paisano, que no respetan edades e incluso se jactan de su acción cuando una mujer embarazada les hace saber su condición pidiendo clemencia.

Cuando Florentino llega a casa, el miedo le gana la partida y se impone el silencio. Lo mismo que sucede con los testigos de otras noches similares y con aquellos que cuando vuelve la luz de la mañana evitan pasar por el lugar para no oír los estremecedores lamentos a veces lanzan algunos moribundos desde su agonía en las profundidades. El infierno no puede ser peor que eso.

El proyecto de profundización del pozu Rincón se inició en junio de 1930 con una petición por parte de la Sociedad Hulleras de Turón al Ayuntamiento de Mieres solicitando permiso para desviar la carretera que busca la salida del valle por el paso de Urbiés. La propuesta que se presentó consistía en desviar unos 60 metros de carretera para despejar el terreno firme necesario para asentar las máquinas, permitir la maniobra de vagones y empezar el brocal del pozo en una propiedad que pertenecía en parte a la propia empresa y el resto de la viuda de Inocencio Fernández, que había cambiado su apellido por el de Figaredo en 1925.

Con la guerra civil se interrumpió la operación de calado y el lugar fue elegido a partir de 1937 para hacer desaparecer a un número indeterminado de opositores a la política de los vencedores, que puede llegar a los 300, ya que consta que fue utilizado en varias ocasiones con este fin hasta pasado el inicio de la década de los 40, cuando se supo que había aparecido el cadáver de una mujer flotando en el agua que en aquel momento anegaba el pozo. El cuerpo no se había llegado a hundir porque la habían arrojado allí con un tronco atado en la parte posterior de las rodillas, seguramente a consecuencia de alguna tortura y fue enterrado apresuradamente a pocos metros de donde fue encontrado.

Se ha escrito que cuando acabaron las matanzas la empresa Hulleras de Turón selló el pozo y cerró la explotación y que una vez recuperada la actividad extractiva en el valle, no pensó nunca más en su apertura, pero no es así. El investigador José Luis Soto ha localizado los planos de un nuevo proyecto de profundización fechado el 4 de febrero de 1966. El documento presenta el plan diseñado por una empresa alemana para una jaula de dos pisos con dos compartimentos capaces de soportar el peso de 4 vagonetas y 44 personas, pero lo más llamativo es que estaba pensada para una explotación con nada menos que 15 plantas y 790 metros de profundidad. Lógicamente nunca llegó a ponerse en marcha, seguramente para evitar que el inevitable encuentro con los restos trajese de nuevo el recuerdo de aquellas matanzas.

Luego llegaron décadas de miedo, silencio y olvido, hasta el punto de que la mayor parte de quienes siguieron trabajando en las instalaciones de Fortuna, abiertas a pocos metros de la ubicación del pozo de la infamia, conocían su historia pero eran incapaces de reconocer el lugar exacto en el que se encontraba.

En el año 2003, Alfredo Valles "Audaz", se empeñó en sacar a la luz el lugar exacto en el que se ubicaba la caña del pozo Rincón con el objeto de honrar la memoria de los asesinados y de convertir la fosa en una tumba digna donde se pudiese recordar su tragedia. La búsqueda arrancó en la primavera con el empleo de un moderno georradar que no logró cumplir su objetivo, pero en mayo aparecieron los restos humanos de aquella mujer que había sido sepultada al lado del pozo y que siempre se identificó con una vecina de Urbiés y el juzgado de Mieres ordenó paralizar la investigación hasta que se determinase con claridad su antigüedad.

Cuando los forenses aseguraron que se trataba de un enterramiento que superaba los cincuenta años, se reanudaron las prospecciones, pero esta vez Alfredo Valles, aprovechando que en la plaza del pozu Fortuna se encontraba una máquina de obras del Principado de Asturias a la espera de iniciar unos trabajos de adecuación de la zona, solicitó al responsable de los trabajos la autorización del Gobierno regional para realizar unas catas en el terreno a modo de sondeo para localizar la falla en el terreno.
De nuevo llegó la desilusión, porque después de abrir en más de una veintena de puntos, no se llegó a ningún resultado. Más tarde se supo que una de las razones era que mientras la pala llegaba a profundizar 1,50 metros el arquillado del pozo se encontraba a 1,70 metros, aunque la explicación definitiva de aquel misterio demostró que había otro motivo para que el pozo no apareciese.
Fue de nuevo "Audaz" quien tuvo la idea de buscar en la documentación lo que se negaba a dar la tierra y para ello le pidió a la historiadora mierense Nuria Vila que intentase localizar los planos originales del lugar. Esta vez sí hubo suerte y Nuria pudo encontrar en el Archivo Histórico de Asturias un mapa de Hulleras de Turón fechado en 1927, formando parte de un expediente para un proyecto que consistía en levantar dos tolvas en la plaza del pozo. La sorpresa llegó cuando se pudo comprobar que durante el franquismo la carretera se había desviado intencionadamente de su trazado original para que pasase por encima de la caña.

Un plan de ocultación perfecto que se vino abajo cuando en diciembre de aquel año la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, con la ayuda de los trabajadores del Ayuntamiento de Mieres por fin pudo sacar a la luz el reborde del pozo.

Desde aquel momento empezaron a depositarse ramos de flores sobre el fatídico hueco al tiempo que se sopesaba la posibilidad de exhumar los cadáveres, pero después de un examen directo, dada la cantidad de restos y su pésimo estado de conservación que iba a imposibilitar su identificación y contemplando también las diferentes opiniones de las pocas familias que tenían la seguridad tener allí algún muerto, se optó por convertir al propio pozo en un panteón colectivo que sirviese de recuerdo común a todos los que fueron asesinados allí.

El 14 de abril de 2006 la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ya pudo convocar su primer acto público en la explanada del Fortuna y finalmente en octubre de aquel año quedó inaugurada la Senda Verde de Turón, financiada por la Viceconsejería de Medio Ambiente del Principado, cuya apertura había sido decisiva para impulsar la localización. Hoy el pozo está dignificado con un monolito que lo señala, promovido por el Ayuntamiento de Mieres y realizado por el artista turonés Varela, junto a él pueden verse una serie de paneles informativos sobre su historia y cuenta con un centro de interpretación abierto en lo que fue la antigua carpintería de la explotación minera.

También en su nombre se da anualmente un premio cuyo renombre traspasa nuestras fronteras, que distingue a aquellas personas o colectivos destacados en la lucha por la paz, la concordia y la defensa de la justicia. El día de la entrega se reúnen allí los familiares de los asesinados y muchos ciudadanos que quieren honrar su memoria. También cada año se repite la letanía de aquellos que se empecinan en silenciar esta parte de nuestra historia. Allá cada cual con su conciencia, pero no deberían olvidar que las víctimas del Pozu Rincón dieron sus vida por conseguir las libertades que hoy disfrutamos todos, ellos incluidos."

Fuente: Mtiblog e LNE

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