domingo, 3 de enero de 2016

Tradición navideña asturiana: el Guirria

Foto de El Comercio 
Gracias a su protección y declaración como fiesta de Interés Turístico Regional, hoy sobrevive pero únicamente en tres pueblos: Beleño, Sobrefoz y Sellaño, si bien este último traslada la fecha al domingo de Carnaval.

El 31 de diciembre se sortean las parejas de mozos y mozas, todos solteros y solteras y mayores de 15 años, metiendo en un sombrero papelitos con los nombres. "Entre los que quedan en cantaru, es decir, desparejados, se elige el Guirria. Sólo nosotros sabemos quién es", nos explica Pedro Santos, uno de los chavales organizadores.

La identidad se oculta tras una máscara de la que penden luengas barbas negras. Su indumentaria la remata un alargado caperuz cónico, viste un traje bicolor, y porta un palo y un saco con cenizas.
Así este concejo asturiano recibe al año nuevo con El Guirria, un personaje transgresor en forma de trasgo besucón y bailarín que divierte a los más pequeños con trastadas. A mediodía de Año Nuevo, después de misa, todos los mozos aguinalderos se concentran con sus caballos engalanados en la Fuente de la Magdalena esperando a ese curioso personaje, enigmático, mitológico, relacionado con el Antroxu (Carnaval) y las fiestas romanas.

Ataviado con su inconfundible vestimenta (capirote con cintas, máscara barbuda, traje arlequinado, un zurrón lleno de ceniza para arrojar a los que no van a caballo y un largo báculo para saltar y brincar), el Guirria besa, abraza y achucha a las mozas durante el recorrido e incluso colándose en sus casas por la ventana, en una rememoración de algún olvidado ritual de fertilidad.  Irá acompañado por otro grupo de mozos solteros, los aguinalderos, montando a caballo si son adultos a caballo si son niños en burro.

También piden el aguinaldo casa por casa cantando:

"Pase feliz Año Nuevo
toda esta vecindad,
nosotros les deseamos
salud y prosperidad".

Les dan dulces, comida, bebida y dinero. Los más pequeños cenan comunitariamente esa noche, y los mayores, el 5 de enero.

Con el dinero que les dan a los aguinalderos mayores en las casas organizan una cena la noche de Reyes. Esta fiesta tenía en sus inicios entre sus objetivos el de juntar a las parejas de estas localidades. Por eso la noche del 31 de diciembre a las 23 horas se introducen los nombres de las mozas solteras en una urna. Los aguinalderos los van sacando y la tradición dice que cuando lleguen el 1 de enero a la casa de la mujer que le ha correspondido en el sorteo le tienen que entregar la papeleta. Ambos deben quedar para cenar en una cena. Ella prepara la cena y él le debe entregar esa noche un regalo.

El regalo típico de los mozos a las mozas son «les corbates», castañas guisadas recién hechas, «símbolo de fertilidad».

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