Debemos situarnos en aquella época, en que la medicina
preventiva y curativa brillaba más bien por su ausencia. En la cuenca minera,
los accidentes graves ocurrían cada momento. No hay más que fijarse en la negra
estadística minera disponible en nuestro poder, donde existían más de 8.100
registros de accidentes, mortales y graves.
Fachada original del hospital y el actual |
Las empresas tenían asumido que lo más importante era que el
obrero fuera lo más rápidamente recuperable para el trabajo, ya que es importantísimo
tanto desde el punto de vista humano como desde el económico, por lo que la
Sociedad Metalúrgica Duro Felguera, procuro dar al obrero lesionado una mejor
asistencia rápida y eficaz con el objetivo de que su curación fuera lo más
pronto y satisfactoria posible.
Al frente de la Duro Felguera se encontraba como director
general el ingeniero Luis Adaro y Magro (Madrid, 17 de abril de 1849/21 de
octubre de 1915), quien concibió la idea de dar a los mineros y a su familia un
centro sanitario que cumpliera las premisas principales de asistencia personal
y curación adecuada a todos los lesionados en el trabajo. Ante la posibilidad
de que surgiera algún accidente grave que pudiera alcanzar un buen número de
personas, lo que demostraría la falta de previsión de la Sociedad, y teniendo
en cuenta que en otras empresas ya existían algún dispensario, Luis Adaro en
1907, en la reunión de la Comisión Delegada del 16 de abril, considero importantísimo
“la organización de un Hospital de Heridos como un caso de conciencia que no
puede aplazarse más”. Una vez que
se hace el presupuesto para acondicionar
parte de este Hospital, dan comienzo las obras en 1910. No obstante, no parece
que la situación económica fuera todo lo boyante que se quisiera, pues el jefe
de explotación, para tener este servicio en condiciones económicas, propone que
“los mineros importantes de Langreo cooperen cada uno con una cantidad a
determinar para sufragar los gastos de esta parte”, estimando el Comité que,
ante todo, se remita el presupuesto para la habilitación del ala del edificio,
sin aceptar por ahora el compromiso con los mineros.
El hospital fue inaugurado el 12 de febrero de 1914. En su
primera fase constaba un pabellón con una capacidad de 16 camas y otro anexo,
en el que se instalo entre otros servicios, el quirófano y la residencia de las
hermanas Dominicanas de la Anunciata, encargadas de la asistencia y cuidado de
los lesionados. En vista de que los beneficios para la curación de los heridos
reportaba grandes ventajas el hospital, en el año 1929, se amplía con otras 20
camas, más los servicios auxiliares correspondientes. En un principio, el
sanatorio se construyo con la intención de prestar asistencia a los
accidentados en las minas de Duro Felguera y a sus familiares, evitándose así
el traslado de los heridos a otros centros alejados. La principal hospitalización
correspondía a lesionados afectados de grandes traumatismos, y especialmente, a
los quemados por grisú.
Con el transcurso del tiempo, ante la capacidad insuficiente
y el crecimiento de exigencias, Lucio Villegas Escudero, director general de la
Sociedad, para evitar estos inconvenientes, constituyo el 1 de mayo de 1930, la
Mancomunidad Sanitaria de Empresas, entrando a formar parte de la misma la mayoría
de las Sociedades Mineras del Valle del Nalón, formándose así el Patronato de
Mineros Heridos de Langreo, institución que tomo como base para su fundación el
edificio e instalaciones del hospital, que eran propiedad de la Duro Felguera,
dando un gran impulso a la ampliación del Sanatorio. Este patronato estaba
formado por: Duro Felguera, Carbones Asturianos, Carbones de La Nueva, don Joaquín
Velasco, Nespral y Compañía, Carbones de La Piquera, Minas de Langreo y Siero,
Minas de Escobio, Minas de La Encarnada, S,A Felgueroso, Hulleras e Industrias
y Mina Tres Amigos.
Con estas nuevas aportaciones, se amplio de nuevo el
Hospital, con otros dos pabellones mas. Uno de ellos estaba dividido en
habitaciones de dos camas, completando un total de 100 camas, con lo que quedo
totalmente atendida la asistencia médico-quirúrgica de todos los obreros del
valle. En el año 1940, a petición del director y secretario del Patronato, la
Junta de Gobierno acordó denominar al Hospital de Heridos con el nombre de
Sanatorio Adaro, en memoria de su fundador.
También se realizaron otras obras auxiliares que sirvieron
para mejorar la capacidad del sanatorio, construyendo otro quirófano, se
aumento la residencia de las monjas y se prepararon habitaciones para el capellán,
médico de guardia, practicante, etc.
Igualmente, se benefician de sus servicios los obreros, empleados y
familiares pertenecientes al Montepío de Duro Felguera.
Todas las mejoras arquitectónicas ejecutadas con los años sirvieron
para que la benéfica institución contara con un hermoso edificio de dos
plantas. Cuenta con 200 camas para los traumatizados graves por accidente, además
de otras 40 para médicos, capellán y hermanas religiosas.
Los servicios que presta el sanatorio son:
- cirugía: es el servicio más importante y cuenta con un médico cirujano, otro auxiliar, un traumatólogo, tres practicantes y enfermeros.
- Oftalmología: medico oculista y practicantes para la enfermedad profesional de nigtasmus. Silicosis: existe un departamento especial para reconocer la enfermedad a los mineros.
- Rayos X: cuenta con 4 aparatos fijos de gran potencia y otros dos transportables a las camas todo bajo el servicio del radiólogo y su ayudante.
- Masaje: el servicio cuenta con material necesario para dar distintos masajes a través de chorros de vapor y cámaras de Biert.
- Mecanoterapia: este servicio se halla montado con aparatos muy modernos y de gran eficacia para la reeducación de las anquilosis y atrofias producidas por fracturas y fuertes contusiones.
- Electroterapia: se practica a base de diatermia, corrientes galvánicas y farádicas y lámparas de cuarzo.
- Laboratorio: muy bien equipado con anejo para transfusiones.
Además, dispone de dos coches de ambulancia para desplazarse
allá donde sea reclamada su presencia, que recogen a los lesionados en las
distintas minas o fabricas y los traslada rápidamente al Sanatorio. No podía faltar,
como es lógico, una hermosa capilla, donde las monjas celebran sus cultos. Como
enlace entre la labor de los botiquines de las minas y el Sanatorio hay un medico inspector, a quien
los médicos de los diferentes consultorios de las minas envían a los lesionados
que, sin ser graves, precisan un mejor examen. Este médico inspector decide lo
que ha de hacerse al herido y dispone de todos los servicios del Sanatorio para
facilitarle su misión.
El equipo médico es
uno de los más sobresalientes, no solo a nivel regional, sino nacional. Sus métodos
de trabajo son muy reconocidos a nivel mundial. Las principales causas de
mortalidad venían derivadas por grandes traumatismos. También hubo casos de fallecimiento por
legrado. Por lo que más se practicaba, eran las amputaciones quirúrgicas de
dedos y miembros, drenaje de higromas y panadizos, y limpieza con sutura de
heridas de cualquier parte del cuerpo. Se trataron infinidad de fracturas de
columna, manos y de miembros inferiores, así como intoxicaciones por gas.
En 1967 cuando se constituyo Hunosa, el centro médico paso a
depender de la Empresa minera pública, hasta que en 1996, dejo su dependencia
de la empresa estatal, para regirse por una Fundación privada, en la que están representados
los ayuntamientos y las organizaciones sindicales, recayendo la presidencia la
persona que ocupe el puesto de Alcalde de Langreo. Es una fundación socio-sanitaria sin fines de
lucro, de que presta servicios en el ámbito de geriatría, cuidados prolongados,
cuidados paliativos, rehabilitación, medicina física y salud laboral, así como
asistencia en accidentes de trabajo, consultas medicas de carácter de
ambulatorio, servicios de radiodiagnóstico y demás actividades sanitarias.
Fuente: catástrofes mineras asturianas, Tomo II
Fuente: catástrofes mineras asturianas, Tomo II
No hay comentarios:
Publicar un comentario