Valentín Fernández, pozo María Luisa, 1975; Óscar Velasco, Candín, 2007; Juan Bautista González, María Luisa, 1970... Así hasta 540 placas con otros tantos nombres. Son las identidades de los mineros que se han dejado la vida en el pozo desde la fundación de Hunosa, en 1967. Las placas -que contienen información sobre la explotación y la fecha en la que se produjeron los accidentes- forman parte del memorial del pozo Sotón, ubicado en una zona ajardinada a escasos metros del castillete de la mina de San Martín del Rey Aurelio y con el que se quiere honrar a los 5.000 trabajadores muertos en siniestros mineros en Asturias. "Es una forma de recordarlos para siempre", afirmaron ayer los familiares de las víctimas.
Descendientes de los fallecidos, mineros retirados y trabajadores en activo pasaron por el memorial en la puesta de largo de este espacio y del anexo Centro de Experiencias y Memoria de la Minería, un equipamiento museístico y cultural habilitado en la primitiva casa de aseos. En este centro los visitantes pueden escuchar los sonidos del pozo, sacarse una foto con un relevo de mineros de los años treinta del siglo pasado, arrastrar una vagoneta con carbón de 800 kilos de peso o consultar planos de explotaciones. Abrirá de martes a domingo, de 10.30 a 14.00 horas y de 15.30 a 18.00.
Los contenidos compaginan ropajes, máquinas y útiles mineros; documentación y elementos expositivos del archivo de Hunosa; paneles informativos y contenidos audiovisuales. El recorrido -que reproduce diferentes escenarios de la actividad minera con una detallada ambientación- comienza en la planta baja de la instalación, en la primitiva lampistería, el lugar donde los mineros recogían sus lámparas de mina antes de dirigirse al pozo y en donde se celebraban las asambleas. En el piso superior están los vestuarios, donde un bosque de perchas de poleas de las que cuelgan ropas de mina y cascos convive con duchas y taquillas. La del minero 146, cubierta de cromos del Athletic de Bilbao, no deja dudas de los gustos futbolísticos de su propietario.
En algunas de esas taquillas hay colocados auriculares con los que el visitante puede escuchar diferentes sonidos de la mina: una sala de compresores, una turbina de ventilación, un taller mecánico y unas vagonetas circulando, entre otros. También se recrea un botiquín, una vía de una galería minera con una vagoneta llena de carbón que el visitante puede empujar y el almacén del pozo, en el que se repartían los "calorines", pequeñas cápsulas de aceite empleadas para engrasar el martillo de picar y las demás máquinas. "Hemos empleado materiales recogidos en diferentes pozos de Hunosa y los testimonios de los propios mineros han ayudado mucho a la hora de ambientar la visita", explicó Lilia García, gestora de la instalación.
El centro también dispone de abundantes elementos audiovisuales como un visor SIG con información de todos los pozos de Hunosa, un videojuego de simulación para horadar galerías y un croma que permite salir en fotografías históricas mineras.
Fuente: el comercio
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