viernes, 25 de marzo de 2016

Los martillos neumáticos de un picador minero

Martillo neumático de acero (izquierda) y de aluminio (derecha) 
Aunque ahora han quedado casi en el olvido, las minas de carbón de interior han la inmensa mayoría de las explotaciones de mineral a lo largo de la historia. La alta peligrosidad y sobretodo, una menor rentabilidad han hecho que las minas a cielo abierto sean la primera opción a la hora de extraer el carbón.
En las minas de interior, se extraía el carbón de forma manual con la pica de mano, que dio paso al martillo de picador. A pesar de que la mecanización de las explotaciones es imparable, el martillo no ha dejado de usarse ya que hay lugares de dimensiones reducidas o que no pueden mecanizarse por varios motivos.

Casi la totalidad de los martillos de picador que se han usado en las minas de carbón eran neumáticos. Debido a las especiales condiciones de la atmósfera minera, la electricidad y los motores de explosión no se han podido usar hasta hace pocos años, por lo que el sistema de funcionamiento de las herramientas era el aire comprimido.
Los martillos neumáticos tienen un cuerpo metálico, una empuñadura en la que se encuentra el gatillo y la punterola. Al apretar el gatillo, el aire pasa y mueve el mecanismo y cuando apretamos la punterola contra la roca, comienza a funcionar el percutor.
Estos martillos se tienen que poder utilizar con una sola mano, ya que hay zonas en las que tienes que estar agarrado. Por ello, cabría pensar que son herramientas ligeras, pero nada más lejos de la realizad. Los martillos más habituales pesan alrededor de 9 kg, a lo que hay que sumar el peso de la manguera que lleva el aire y que se puede poner en un total de 12 kg. A lo largo de la historia, se han fabricado martillos que pesaban hasta 14 kg, por lo que os podéis hacer una idea de lo que era una jornada de trabajo manejando esas máquinas.
En Barruelo (Palencia) se introdujeron martillos de aluminio que se quedaban en unos 7 kg y aunque la diferencia en peso parezca irrisoria, en el manejo se nota muchísimo. Estos martillos no tuvieron éxito ya que se rompían, haciendo perder tiempo y dinero a los picadores ya que trabajaban a destajo. Esto significa que "tanto pican, tanto ganan" y si tienen que ir a buscar un  martillo nuevo, es tiempo que no están ganando dinero.

Ahora quiero que uses un poco la imaginación. Te encuentras a oscuras, apoyado en un tronco, agarrado a un madero con una mano y en la otra un martillo neumático. Estás completamente a oscuras, hace bastante calor, la mascarilla te está agobiando, el ambiente está cargado de polvo que se te pega por todo el cuerpo y junto con el sudor se forma una capa de barro. El sonido del martillo no te deja escuchar nada más, salvo el estruendo de las rocas de carbón al desprenderse de la pared y caer por la rampla y tienes que lidiar con las decenas de metros de manguera que alimentan el martillo.
No te pienses que así era como se trabajaba antes. Hoy en día sigue siendo así.

Los martillos se utilizar para arrancar el carbón, buscando la zona más blanda o grietas, que se abren y ayudan a extraer más carbón con un menos esfuerzo. Siempre que sea posible, se trabaja de arriba hacia abajo para aprovechar el peso de la herramienta y cansarse menos. 
También se pueden utilizar para franquear hastiales, abrir rozas para estemples... 
Con esta herramienta, un picador medio en una capa buena, puede sacar unas 10 toneladas de carbón al día.

Fuente: Centro de Interpretación de la Minería de Palencia

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