Ay
una lumbre en Asturias,
que
calienta España entera,
y
es que allí se ha levantado,
toda
la cuenca minera.
Ale,
asturianos,
que
están nuestros destinos
en
vuestras manos.
Empezaron
los mineros
y
los obreros fabriles;
si
siguen los campesinos,
seremos
cientos de miles.
Bravos
mineros,
siguen
vuestro camino
los
compañeros.
Con
la moda que han sacado
de
las huelgas en las minas,
todos
los explotadores
se
van a ver en la ruina.
Últimamente
se
están viendo las cosas
más
claramente.
Una
cosa les deseo
a
los dueños de las minas:
que
el dinero que nos roban
se
les vaya en medicinas.
Son
divertidas,
tomadas
poco a poco,
las
sulfamidas.
Hay
algunos sacerdotes
francamente
progresistas;
apoyan
las peticiones
de
los mineros huelguistas.
Algunos
curas
hoy
están a las duras
y
a las maduras.
Santa
María,
haz
que empiece la huelga
en
Andalucía.
Oh,
Virgen pura,
haz
que cuaje la huelga
de
Extremadura.
Santa
patrona,
haz
que siga la huelga
de
Barcelona.
La
policía,
si
oyera estas canciones,
se
enfadaría.
Los
asturianos somos revolucionarios y eso nos viene de serie. El mejor ejemplo de
ello es La Huelga de 1962 conocida en Asturias como "La Huelgona" (ya
sabéis esta tendencia muy nuestra por los aumentativos).
Todo empezó
un 6 de abril de 1962 cuando unos picadores de Nicolasa, propiedad de La Fábrica
de Mieres por aquella época, fueron
llamados por el ingeniero de turno para comunicarles que estaban despedidos por las
protestas que habían montado para que les subieran el sueldo. Y otra cosa no, pero si algo hay que destacar
de un minero es su compañerismo. Esto llevo a que el resto de mineros se
negaron a trabajar y las consecuencias fueron otros 25 mineros más a la
calle. Pero el resto de mineros, en vez de protestar bajaban a la mina, pero el carbón no salía a la misma velocidad que siempre. La llama de la solidaridad se movió por toda
la cuenca minera. Los pozos de Mieres ya estaban en huelga, pero el día 17 los
pozos de Langreo, Laviana y S.M. del Rey Aurelio continuaban. Al día siguiente prosiguió
el concejo de Aller y el 23 Gijón. Al
acabar el mes, no solo se habían sumado a esta protesta sino también sectores
de la metalurgia, astilleros y pequeños comercios.
Por aquella época,
los economatos eran vitales y con el despido, se adjuntaba un documento que no
les permitía comprar en los economatos lo que llevo también a alguna protesta
que llevaron las mujeres durante los primeros despidos. Como medida preventiva el
día 20 de abril se traslado a Mieres nuevos grupos policiales para patrullar
los barrios obreros y el mercado de
abastos. Hay que recordar que la minería
mueve dinero y mucho. Pero este dinero
también va, indirectamente, a otros negocios aunque no estén relacionados y eso
lo recordó ese grupo de mujeres lavianesas que el 26 de abril protestaron en la
entrada del cine para protestar por la normalidad que estaban viviendo algunas
personas con todo el marrón que tenían encima.
Detrás de estas mujeres, siguieron otras muchas y cada vez más
cabreadas, llegando a prohibir el paso a los mineros que entraban a trabajar
además de acosarles tirándoles arroz o maíz. La cosa se siguió calentando mas y
mujeres como Constantina Pérez (conocida como La Tina), Ana Sirgo (conocida
como La Perruca), Celestina Marrón o Rosa Fernández fueron algunas de las mujeres que llevaron la
voz cantante, explicándole a otras la situación y pidiéndoles participación
en las protestas que comentaban en esas reuniones clandestinas. Y así fue. En
mayo cerca de 250 mujeres fueron al Pozo Modesta con pancartas insultando a los
mineros y evitando que fueran a trabajar.
Aquí aparece
el sanguinario Cabo Pérez que se llevo a 11 mujeres a los calabozos de Langreo
donde las maltrataban antes de llevarlas a la cárcel de Gijón.
Como protesta, un centenar de mujeres salieron de Ciaño (Langreo) y se enfrentaron
a la policía donde se llevaron a varias detenidas. Unos días después, un grupo
de mujeres de S.A. del Rey Aurelio, dos de ellas acudiendo con sus hijos en
brazos, fueron acusadas de causar piquetes para evitar la actividad minera siendo arrestadas durante un mes en Gijón a
excepción de las dos mujeres que llevaron a sus hijos.
Posteriormente,
tras las concentraciones, manifestaciones y piquetes, un grupo de mujeres
solicitaba saber cómo estaban sus maridos en la cárcel, otras pedían la
libertad de estos. Durante todos estos
meses de huelga se recaudaba dinero para las familias necesitadas.
Estas huelgas
se hicieron también eco en León y País Vasco. Los mineros
sabían lo que querían y desafiando al Estado franquista estuvieron así más de
60 días donde muchos mineros fueron torturados hasta casi la muerte o
deportados. Galicia fue uno de los
destinos para los deportados donde acabarían trabajando principalmente en la construcción.
En total eran
ya más de 135.000 trabajadores asturianos, vascos y leoneses en huelga a los
que se fueron añadiendo más participantes de otras provincias.
La huelga era
dura. Ellos se negaban a entrar en la mina pero había veces que iban obligados.
Como el grupo de mineros del Pozu Polio que se negaron a trabajar y a las pocas
horas de no presentarse la policía fue a buscarlos a casa, les dio una paliza y
les obligo a entrar en la mina con amenaza de muerte incluida. Salvajadas como soltarlos desnudos
en medio de un monte después de darles palizas, no dejarles dormir, etc. eran
algunos de los métodos que utilizaban
para saber dónde estaba el dinero que se recolectaba para ayudar a los
huelguistas, evitar que se manifestaran
o para obligarles a ir a trabajar. Los tipos de torturadores, y los
nombres de los torturadores y los torturados dieron la vuelta a España e
incluso llego a Francia.
En junio, el régimen
cedió finalmente, concediendo aumentos salariales, mejoras en las pensiones y
la liberación de los detenidos.
Los mineros
volvieron al trabajo entre el 4 y el 7 de junio, tras dos meses de huelga
habían ingresado en prisión 356 trabajadores, se deportaron 126 mineros, se
despidió a 198 trabajadores.
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