miércoles, 10 de febrero de 2016

La huelgona de 1962 en Asturias: mineros en lucha

Ay una lumbre en Asturias,
que calienta España entera,
y es que allí se ha levantado,
toda la cuenca minera.

Ale, asturianos,
que están nuestros destinos
en vuestras manos.

Empezaron los mineros
y los obreros fabriles;
si siguen los campesinos,
seremos cientos de miles.

Bravos mineros,
siguen vuestro camino
los compañeros.

Con la moda que han sacado
de las huelgas en las minas,
todos los explotadores
se van a ver en la ruina.

Últimamente
se están viendo las cosas
más claramente.

Una cosa les deseo
a los dueños de las minas:
que el dinero que nos roban
se les vaya en medicinas.

Son divertidas,
tomadas poco a poco,
las sulfamidas.

Hay algunos sacerdotes
francamente progresistas;
apoyan las peticiones
de los mineros huelguistas.

Algunos curas
hoy están a las duras
y a las maduras.

Santa María,
haz que empiece la huelga
en Andalucía.

Oh, Virgen pura,
haz que cuaje la huelga
de Extremadura.

Santa patrona,
haz que siga la huelga
de Barcelona.

La policía,
si oyera estas canciones,
se enfadaría.

Los asturianos somos revolucionarios y eso nos viene de serie. El mejor ejemplo de ello es La Huelga de 1962 conocida en Asturias como "La Huelgona" (ya sabéis esta tendencia muy nuestra por los aumentativos).
Todo empezó un 6 de abril de 1962 cuando unos picadores de Nicolasa, propiedad de La Fábrica de Mieres por aquella época,  fueron llamados por el ingeniero de turno para comunicarles que estaban despedidos por las protestas que habían montado para que les subieran el sueldo.  Y otra cosa no, pero si algo hay que destacar de un minero es su compañerismo. Esto llevo a que el resto de mineros se negaron a trabajar y las consecuencias fueron otros 25 mineros más a la calle.  Pero el resto de mineros, en vez de protestar bajaban a la mina, pero el carbón no salía a la misma velocidad que siempre.  La llama de la solidaridad se movió por toda la cuenca minera. Los pozos de Mieres ya estaban en huelga, pero el día 17 los pozos de Langreo, Laviana y S.M. del Rey Aurelio continuaban. Al día siguiente prosiguió el concejo de Aller y el 23 Gijón.  Al acabar el mes, no solo se habían sumado a esta protesta sino también sectores de la metalurgia, astilleros y pequeños comercios.

Por aquella época, los economatos eran vitales y con el despido, se adjuntaba un documento que no les permitía comprar en los economatos lo que llevo también a alguna protesta que llevaron las mujeres durante los primeros despidos. Como medida preventiva el día 20 de abril se traslado a Mieres nuevos grupos policiales para patrullar los barrios obreros y  el mercado de abastos.  Hay que recordar que la minería mueve dinero y mucho.  Pero este dinero también va, indirectamente, a otros negocios aunque no estén relacionados y eso lo recordó ese grupo de mujeres lavianesas que el 26 de abril protestaron en la entrada del cine para protestar por la normalidad que estaban viviendo algunas personas con todo el marrón que tenían encima.  Detrás de estas mujeres, siguieron otras muchas y cada vez más cabreadas, llegando a prohibir el paso a los mineros que entraban a trabajar además de acosarles tirándoles arroz o maíz. La cosa se siguió calentando mas y mujeres como Constantina Pérez (conocida como La Tina), Ana Sirgo (conocida como La Perruca), Celestina Marrón o Rosa Fernández  fueron algunas de las mujeres que llevaron la voz cantante, explicándole a otras la situación y pidiéndoles participación en las protestas que comentaban en esas reuniones clandestinas. Y así fue. En mayo cerca de 250 mujeres fueron al Pozo Modesta con pancartas insultando a los mineros y evitando que fueran a trabajar.

Aquí aparece el sanguinario Cabo Pérez que se llevo a 11 mujeres a los calabozos de Langreo donde las maltrataban antes de llevarlas a la cárcel de Gijón. Como protesta, un centenar de mujeres salieron de Ciaño (Langreo) y se enfrentaron a la policía donde se llevaron a varias detenidas. Unos días después, un grupo de mujeres de S.A. del Rey Aurelio, dos de ellas acudiendo con sus hijos en brazos, fueron acusadas de causar piquetes para evitar la actividad minera siendo arrestadas durante un mes en Gijón a excepción de las dos mujeres que llevaron a sus hijos. 
Posteriormente, tras las concentraciones, manifestaciones y piquetes, un grupo de mujeres solicitaba saber cómo estaban sus maridos en la cárcel, otras pedían la libertad de estos.  Durante todos estos meses de huelga se recaudaba dinero para las familias necesitadas.

Estas huelgas se hicieron también eco en León y País Vasco. Los mineros sabían lo que querían y desafiando al Estado franquista estuvieron así más de 60 días donde muchos mineros fueron torturados hasta casi la muerte o deportados. Galicia fue uno de los destinos para los deportados donde acabarían trabajando principalmente en la construcción.

En total eran ya más de 135.000 trabajadores asturianos, vascos y leoneses en huelga a los que se fueron añadiendo más participantes de otras provincias.
La huelga era dura. Ellos se negaban a entrar en la mina pero había veces que iban obligados. Como el grupo de mineros del Pozu Polio que se negaron a trabajar y a las pocas horas de no presentarse la policía fue a buscarlos a casa, les dio una paliza y les obligo a entrar en la mina con amenaza de muerte incluida. Salvajadas como soltarlos desnudos en medio de un monte después de darles palizas, no dejarles dormir, etc. eran algunos de los métodos que utilizaban  para saber dónde estaba el dinero que se recolectaba para ayudar a los huelguistas, evitar que se manifestaran  o para obligarles a ir a trabajar. Los tipos de torturadores, y los nombres de los torturadores y los torturados dieron la vuelta a España e incluso llego a Francia.
En junio, el régimen cedió finalmente, concediendo aumentos salariales, mejoras en las pensiones y la liberación de los detenidos.

Los mineros volvieron al trabajo entre el 4 y el 7 de junio, tras dos meses de huelga habían ingresado en prisión 356 trabajadores, se deportaron 126 mineros, se despidió a 198 trabajadores.

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