La
peor penitencia que le puede caer a un " mazcaritu", que es como en
algunos lugares de la región se llama a los que se disfrazan en carnaval, es
que los otros parroquianos lleguen a reconocerle debajo de sus atavíos. Por
eso, en el Antroxu rural asturiano, del que aún quedan señas en localidades de
concejos como Laviana, Aller, Lena, Ponga o Caso, el que escondía su verdadera
personalidad bajo la máscara, o no hablaba o su tono de voz, o se tiznaba la cara de negro
con hollín o con un corcho quemado y se ponía una media debajo de la careta.
En
Antroxu- o antroido, antroiro, antroito, antruejo o entruejo, que el carnaval
en Asturias tiene casi tantos nombres como máscaras el festejo - todo está
permitido. en suelo asturiano fueron seculares las mascaradas de invierno, que
comenzaban al final de la Navidad y llegaban hasta las puertas de de la rígida
cuaresma. Guirrios de Ponga, Laviana, San Martín y Langreo; Zamarrones de Lena;
Zaparrastros de Aller; Bardancos de Caso; Guilandeiros de Tineo y Sidros de
Bimenes y Nava cubrían su rostro y cuerpo, pedían aguinaldos y armaban enorme
estruendo con esquilas, pucheros desportillados, cascabeles y campanillas.
CARNAVAL
DESDE NAVIDAD
Hasta
que el carnaval topó con la Iglesia, lo que debió ocurrir durante la Edad
Media, había celebraciones profanas desde la Navidad hasta el Miércoles de
Ceniza, inicio de los rigores de la Cuaresma. No estuvo por la labor el poder
eclesial de dar al Antroxu lo que es de " antroxar" y estas "aberraciones
de paganía" se concentraron en los tres días previos al inicio del período
cuaresmal. Ya que la iglesia no pudo cercenar tradiciones populares tan
arraigadas que hunden sus raíces en fiestas romanas, decidió agruparlas en
jornadas previas a la imposición de la ceniza.
Entre
los personajes ancestrales del Antroxu rural asturiano destaca el
"Guirrio", personaje burlón, disfrazado y escandaloso que en diversos
municipios del centro de la región acompañaba con sus chanzas a grupos de
comediantes que tan pronto representaban autos sacramentales como comedietas de
corte populachero. Y pedían el aguinaldo y se acompañaban de un pértiga larga
para dar saltos y correr tras las mozas.
SU
VESTIDO
El
" Guirrio" vestía camisa y pantalón blancos, polainas de paño negro y
una faja roja. En el cinturón de cuero portaba cascabeles y campanillas y
adornaba su cabeza con un bonete en forma de cono. En Siero y en Lena, este
personaje carnavalero cubría su cabeza, pecho y espalda con pieles de oveja, a
las que se añadía, como remate, un rabo de raposo. Los guirrios hacían
"guirriadas" en las "fiestas guirriales" en las que los
comediantes actuaban en torno a un personaje central, la vieja Marica, que en
medio de la representación se ponía de parto para alumbrar a un animal, que por
costumbre solía ser un gato.
Parecido
al guirrio era el "Zamarrón" un disfraz festivo que tiene su común en
el Zangarrón de Zamora y en personajes de la fiesta de la Viejanera, que se
celebra el 31 de diciembre en la provincia de Santander. El Zamarrón salía en
los días de aguinaldo y estrenas y caminaba en grupos de 12 a 16 mozos en
"Zamarronada". Su vocación era agitar los cencerros para armar buena
bulla. Cubierto con esterones de esparto teñidos de rojo y amarillo, ceñía su
disfraz al cuerpo con las correas que sirven para uncir las yuntas de bueyes.
En
el concejo de Grado, el Antroxu era una especie de muñeco que visitaba a los
niños a media noche, manejado mediante hilos por los mayores desde un altillo.
Con su visita traía dulces y pasteles a los expectantes paladares infantiles.
Las
caretas son el disfraz por antonomasia del carnaval. Las más características
eran las fabricadas en lienzo, con dos agujeros, recubiertas con un pañuelo;
las que caían a modo de visera; o lo que se llamaba "hacer el oso",
con pieles de oveja o "mullides" de vaca, completadas por un cilindro
de cartón cosido a un remate, a modo de hocico.
Llaman
"marutamientu" al acto de disfrazarse en el carnaval rural, pero
siempre que se haga con las trazas más desastradas y las ropas más viejas y
raídas que permanecen en el desván. Todo lo que había que hacer es resultar
irreconocible. La máscara empezó siendo de "pelleyu" de oveja o de
cabrito. Después se usaron cartones, cajas de zapatos. los "antroxos"
se pintaban la cara y se ponían una media sobre la cabeza, para que nadie
pudiera reconocerles si llegaba a caer la máscara.
Artículo de Marisa Díaz para Las leyendas de Asturias
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