Con la instalación en
el Natahoyo (Gijón) en 1.827 de la fábrica de vidrios y posteriormente La Industria
en Begoña, en el año 1.843, se inicia la fabricación de la típica botella de
sidra natural también de color topacio cuyo formato se mantiene en la
actualidad. Esta botella está formada por tres piezas o cuerpos y se llamaba
molde de madera.
A partir de entonces la
sidra se transportaba en botellas. Se reunían varios chigreros, compraban
cierto número de barricas, se trasladaban al lagar y embotellaban la sidra. El
transporte se realizaba en carros de bueyes, colocando las botellas entre
" pación" o hierba seca para que no rompiesen. Solía llevar cada
carro una o dos pipas de sidra (600-1.200 botellas) que una vez en el chigre se
colocaban en bandejas de madera de 100 botellas.
La " xarra de
sidra ". Hizo las funciones del vaso actual durante muchos años, aunque
hubo que arrinconarla debido a su incomodidad por el peso y, sobre todo, por lo
que concierne a la limpieza de la misma.
En Faro y en Somió
describían esta pieza como "...un poco más pequeña que la jarra común, de
una sola asa, panza alta, base estrecha y a veces con marcas de capacidad y
propiedad ". Existe en bable el verbo XARRIAR. " sacar sidra o vino
con la jarra ".
La medida de las jarras
de sidra, de las más corrientemente usadas, se acercaba a los tres cuartos de
litro y no llevaba señales, pero sí las que se consideraban algo más grandes,
de la siguiente forma: la que contenía dos jarras pequeñas llevaba marcadas en
la panza dos rayitas verticales, la que contenía tres, tres rayas y así
sucesivamente pero sin sobrepasar nunca las seis marcas.
Hubo algunos alfareros
que trabajaron la técnica del moldeado de jarras con lo cual las marcas
quedaban impresas desde el mismo momento del prensado del barro. Otras veces
era el propio lagarero quien marcaba con pintura la capacidad de la vasija con
números bien a la vista.
Valentín Monte nos
refiere, en su trabajo, algunas de las "trampas" llevadas a cabo en
las jarras en comandita entre el comprador y el artesano, tales como dejar más
barro del normal en la base de la vasija, con lo cual, a idéntico tamaño
correspondía menos capacidad. No deja de ser curioso el hecho que en casi todos
los alfares se hayan fabricado, como una pieza más, los famosos botijos e
incluso jarras de trampa por las que el incauto bebedor no podía beber sin
derramar el líquido.
Además de las marcas de
medida existían las marcas de propiedad. Si esto se llevaba a cabo por moda o
costumbre señalar con marcas de propiedad las jarras del lagar era
imprescindible puesto que frecuentemente se las prestaban unos lagareros a
otros se hacía necesario una clara señal de identificación.
Como la jarra era una
mercancía frágil cada cinco o seis años había que renovar una gran parte o casi
todas las piezas del zafariche. De ahí que siempre hubiera trabajo para los
tarreros de Somió, alfareros de Siero, de Faro y de Villayo.
El vaso de sidra- otra
de las piezas que anda unida y confundida con la xarra es el vaso. Era una
vasija parecida a nuestros vasos de vino , de paredes relativamente finas, un
poco abombadas y de poca calidad escasamente los 300 centímetros cúbicos.
Alguno de estos vasos conservan en la boca una extraña forma elíptica, practicada,
al parecer, por el alfarero a instancias de algunos bebedores, para facilitar
la degustación de la sidra. Pero su uso fue muy limitado y se ceñía a casos
particulares: niños y a personas de poco beber.
También estuvo
extendida la toma de sidra en escudillas al estilo como se toma hoy el
"vino de Ribeiro", y acaso fueron las fabricadas en madera por
cunqueiros y artesanos del ramo las primeras vasijas en las que se degustó
nuestra bebida regional.
Hoy existen artesanos
de la madera herederos de aquellos cunqueiros y fabricantes de
"caziplos", "xarras"y "zapicos" que aún siguen
manteniendo la tradición de fabricar estas vasijas de madera más con fines
decorativos que utilitarios.
Tuvo que ser el barro
quien cumpliera esta misión hasta que vino a ser sustituido por los modernos
vasos de cristal que desde los llamados franceses, de casi 500g. de peso y con
una capacidad para cincuenta centilitros, se pasó al moderno vaso grande de
paredes muy finas y lisas que también se fabricó en Gijón.
Las vasijas para la
sidra más antiguas de las que hay constancia eran de madera, utilizadas sobre
todo para el trasiego del líquido, puesto que para el consumo, además de poco
higiénicas, alteraban el olor y el sabor del producto.
El recipiente sidrero
de madera más conocido era la "zapica", el "peyu" en la
zona oriental. Tenían una forma troncónica, con más anchura en la base. Su
capacidad variaba entre el medio litro y los quínce litros. Las de pequeño
tamaño llevaban una sola asa, mientras que las más pesadas tenían dos. La mayor
parte de estos utensilios se elaboraba con madera de castaño, aunque también
hay constancia de la utilización de abedul o de "umeru".
Con el paso del tiempo,
la madera fue dejando paso al barro. Aunque numerosos alfares de la región
fabricaron recipientes para la sidra, el de Faro (Limanes) llevó la voz
cantante. Además de todo tipo de "xarres", se tiene constancia de la
existencia de "panellas", con una capacidad superior a los ocho
litros, y de vasos, que tenían un perfil troncónico invertido y se utilizaban
para el consumo de pequeñas cantidades. Ni con la madera ni con el barro se
sabía del escanciado.
Andado el tiempo,. el
vidrio vino a sustituir al barro en las vasijas de consumo de sidra. Ambos
elementos coincidieron durante un apreciable periodo de tiempo, aunque
finalmente las piezas de alfarería fueron perdiendo espacio.
Los primeros vasos de
sidra de vidrio se elaboraron en La Industria, de Gijón. Eran varillados y
tenían un peso de casi medio kilo. Se les denominaba "de los franceses",
debido a que los técnicos que dirigían entonces la fábrica de vidrio eran de
esa nacionalidad.
Bibliografía:"Sidra y manzana de Asturias" de Jose Antonio Fidalgo para el periódico La Nueva España ( edición 2004)
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